FUTBOL – 1988-2024: otra Euro, otra Alemania

Aquella vez no hubo abrazos ni festejos compartidos. Tampoco prevaleció el sentido de pertenencia ni de identidad nacional, como sucedió apenas dos años después con la consagración en el Mundial de Italia 1990.

La Eurocopa vuelve a Alemania y algunas cosas se repiten de aquel 1988: una expectativa gigante, escenarios imponentes, jugadores que forman parte de la elite mundial y una promesa casi garantizada de buen juego. Pero claro, el país cambió desde entonces. Y el mundo, también.

Por primera vez desde su reunificación, oficializada el 3 de octubre de 1990, Alemania será anfitrión de la máxima cita de Selecciones del Viejo Continente, que pondrá primera en Múnich y consagrará a un campeón en Berlín, donde no hubo fútbol hace 36 años.

¿Por qué Berlín no fue sede de la Euro 1988?

Por entonces, Alemania permanecía dividida. En 1945, las potencias victoriosas de la Segunda Guerra Mundial habían repartido su territorio: Estados Unidos, Reino Unido y Francia ocuparon el Oeste, mientras que Unión Soviética se quedó en el Este. Berlín, en el centro, se transformó en un sitio clave tanto para la República Federal de Alemania (RFA) como para la República Democrática Alemana (RDA). A tal punto que el 13 de agosto de 1961, el Bloque del Este dispuso la construcción del “Muro de Berlín” ante lo que consideraban una amenaza del sector occidental, en un contexto de éxodo masivo de sus habitantes.

A principios de 1985, el certamen corrió riesgo de cambiar de locación (Dinamarca, Inglaterra, Noruega y Suecia habían sido las otras postulantes). Los miembros de la Unión Cristiana Demócrata-Unión Social Cristiana, defensores de la reunificación alemana, cuestionaron que Berlín Oeste haya sido excluida entre las ciudades de Alemania Federal que albergarían el torneo. La Federación Alemana de Fútbol (DFB) celebró la chance de ser anfitriones y culpó a la UEFA por haber marginado a la ciudad que se había propuesto como sede del partido inaugural.

Berlín recibió a Maradona y compañía en un torneo preparatorio

Lo curioso del caso es que a fines de marzo de 1988, Berlín sí recibió el Cuatro Naciones. En realidad, no fue tan extraño teniendo en cuenta que fue un intento por apaciguar los reclamos mencionados. Francia declinó la invitación y la Alemania Federal de Lothar Matthaus, Rudi Voeller y Jurgenn Klinsmann se midió en un cuadrangular amistoso con Suecia, Unión Soviética y el vigente campeón del mundo, Argentina, liderado por Diego Armando Maradona.

El conjunto dirigido por Carlos Salvador Bilardo cayó por 4-2 frente a la URSS en su presentación (Diego anotó el 2-3 parcial), mientras que Suecia derrotó por 4-2 en la definición por penales al dueño de casa, luego del 1-1 en tiempo regular. Matthaus anotó el gol del triunfo ante la Albiceleste para darle el 3° puesto a Alemania Federal y en la final, Suecia se impuso por 2-0 y levantó el trofeo.

1988, un año para recordar

El campeón de la Copa de Europa 1987/88 fue el sorprendente PSV. ¿Dónde se jugó la final? En Stuttgart, Alemania, país donde Han van Breukelen, Ronald Koeman, Berry van Aerle y Gerald Vanenburg levantaron la Eurocopa un mes después. Por su parte, Bayer Leverkusen se adueñó de la Copa UEFA y Malinas se llevó la Recopa de Europa.

Ayrton Senna gritó campeón por primera vez de la Fórmula 1 con McLaren-Honda, un joven Mike Tyson noqueó en apenas 91 segundos hasta el entonces invicto Michael Spinks y lo despidió del boxeo en el esperado duelo de pesos pesados y se llevaron a cabo los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, en los que Carl Lewis recibió el oro de los 100 metros luego del doping de Ben Johnson y la Unión Soviética (132), Alemania Oriental (102) y Estados Unidos (94) lideraron el medallero. En cuanto al fútbol, el podio lo integraron la URSS, Brasil y Alemania Federal.

Ocho participantes, ausencias ilustres y la gloria para Países Bajos

A diferencia de lo que ocurre en la actualidad, con un torneo de 24 Selecciones que dura un mes, en la Euro 1988 solo participaron ocho equipos durante 15 días. El formato de la 10ma. edición constaba de dos grupos de cuatro, semifinales y final. Alemania Federal entró automáticamente como anfitrión y en la fase de clasificación se quedaron afuera Francia (campeón vigente), Portugal (semifinalista de 1984) y Bélgica (semifinalista del Mundial 1986), entre otros.

El puntapié inicial se dio el 10 de junio en Dusseldorf. Roberto Mancini, el hoy entrenador que brilló como delantero de Sampdoria y Lazio, anotó el primer gol del torneo. Y tres minutos después, Andreas Brehme (autor del tanto de penal en la final de Italia ’90) puso el 1-1 entre Alemania Federal e Italia. En ese orden terminaron el Grupo A, ambos con 5 puntos.

En el Grupo B, el debutante Irlanda dio el golpe al vencer por 1-0 a Inglaterra en su presentación y la Unión Soviética derrotó por el mismo marcador a Países Bajos. Después de un año repleto de lesiones, Marco Van Basten reapareció en el segundo partido con un triplete para el 3-1 frente a Inglaterra y se quedó con el puesto de John Bosman, el máximo goleador en la clasificación. La URSS fue líder y Países Bajos, su escolta.

En la primera semi, Matthaus adelantó de penal al equipo de Beckenbauer. También desde los 12 pasos, Koeman logró la igualdad para Países Bajos en Hamburgo. Y a dos minutos del final, apareció nuevamente Van Basten para desnivelar. Mismo resultado, aunque ganador diferente respecto a la final del Mundial 1974. “Ni yo ni nadie en Holanda hemos olvidado aquel partido”, había declarado Rinus Michels en la previa. 14 años después, el seleccionador de la Oranje vengó la derrota de Johan Cruyff y compañía.

Su rival en la gran definición del 25 de junio fue la Unión Soviética, verdugo de Italia (2-0) y el que ya lo había derrotado en el debut. Nuevamente en el Estadio Olímpico de Múnich, donde se había esfumado el sueño de La Naranja Mecánica. A los 32’, el capitán Ruud Gullit comprobó que dos cabezazos en el área es gol y a los 54’ se consumó la obra de arte: centro perfecto por izquierda de Arnold Muhren y volea espectacular de Van Basten ante la incredulidad de Rinus Michels y el delirio de toda su gente. Sin dudas, uno de los goles más lindos en la historia de la Euro.

La URSS tuvo la chance de descontar, pero Hans Van Breukelen le detuvo el penal a Igor Belanov, ganador del Balón de Oro en 1986. Fue su tercer tropiezo en una definición antes de su disolución (1964 y 1972, las anteriores). Gullit, campeón del Scudetto con Milan y el mejor futbolista de la temporada en Europa, levantó la ansiada Eurocopa para Países Bajos con una sonrisa más que elocuente.

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Fue el cierre de un torneo que se vivió intensamente, con estadios repletos, muchísimo color y también incidentes, protagonizados mayoritariamente por los hooligans (hubo 1200 detenidos). La final se retransmitió en 105 países y miles de hinchas holandeses debieron conformarse con verla por televisión en las cercanías del estadio, por el alto precio de reventa (unos 300 dólares).

36 años después, la Euro retorna a Alemania. Un país distinto, unificado, de fronteras abiertas, en el que se espera un mes lleno de emociones. La fiesta está por comenzar. Está todo dado para que el fútbol cumpla su esencia.

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