A un mes de la gloria eterna: la noche mágica de la Selección en Qatar

Este miércoles se cumple un mes de que la Selección Argentina se consagró campeón en el Mundial de Qatar 2022 luego de vencer a Francia por penales, en la final de todos los tiempos. El 18 de diciembre, además de ser una fecha que quedará grabada en la memoria, ya se inmortalizó en la piel de muchas y muchos argentinos, incluidos algunos jugadores del plantel. Si la descarga de alegría fue inversamente proporcional a las frustraciones acumuladas, este Mundial trajo la justicia divina que deseábamos: el Mundial de Messi. El de la gloria eterna. Ahora, su líder, espera una renovación.

Parece irreal trasladarse a lo que sucedió sólo cuatro años y medio antes en el Mundial de Rusia 2018, pero puede ser un ejercicio para trazar una comparativa. El 30 de junio de aquel año, el seleccionado conducido por Jorge Sampaoli cayó ante Francia por los octavos de final en medio de un caos que se llevó a una generación que dio esperanza a pesar de las finales perdidas. Como todo golpe, el de la ciudad de Kazan derivó en una reestructuración urgente y necesaria de AFA para con el seleccionado. Una renovación que, con el correr de los meses, incluiría a Lionel Scaloni como la cabeza de liderar un grupo que terminó siendo indestructible y que, como corolario, tendría su punto más alto justamente ante Francia. 

El líder, ahora, piensa en cómo va a seguir su futuro. En el último tiempo, Scaloni contó cómo sigue su carrera y, por eso, entre idas y vueltas, todavía se espera una renovación. En una charla con COPE, el santafesino, agregó: “En estos días estoy viajando para Buenos Aires pero todavía no sé cuando porque estoy disfrutando de la familia”. “Espero sentarme con el Presidente (Tapia) y reunirme con él para ver si llegamos al acuerdo que queremos. Es la idea”, añadió y de, esta manera, aparece en el futuro la posibilidad de quedarse mucho más tiempo al frente del equipo argentino. 

El camino hacia el objetivo de Qatar 2022 desde el inicio dio buenas señales. Si bien la primera Copa América de Brasil, en 2019, empezó con algunas dudas en la zona de grupos, con el paso de los partidos el equipo mostró una clara mejoría que no pararía de allí en más. Unas arrasadoras Eliminatorias Sudamericanas, el primer desahogo de alegría en la Copa América de Brasil 2021 en plena pandemia y la Finalissima 2022 ante Italia. Señales que fueron formando la personalidad de un equipo ganador y confiable de cara a Qatar, aún para saber sufrir. 

Ya en el Mundial, el equipo empezó a jugar finales luego de la derrota en el debut con Arabia Saudita y el entusiasmo fue creciendo a medida que atravesaba obstáculos. No sólo desde lo mental, sino también desde lo futbolístico. Argentina no solamente ganaba, lo hacía jugando bien, siendo superior y sabiendo saltar las dificultades inesperadas como la de Países Bajos. Y así llegó a la final, contra el último campeón del mundo, que tenía bajas importantes como Karim Benzema, pero que no tuvo demasiado problema para reemplazarlo con otras figuras. 

La final en el Estadio Lusail, con más de 30.000 argentinos presentes, tuvo un desenlace digno de una película. Los primeros 70 minutos fueron una clase magistral de fútbol de Argentina, con acciones de potrero, demostración de personalidad y sacando a relucir su jerarquía. Pero una jugada aislada le dio vida a Francia a través de un obstinado Kylian Mbappé para alargar el sufrimiento, que casi termina en angustia de no haber sido por la atajada de Emiliano “Dibu” Martínez en la última jugada para llevar la definición a los penales. 

El resto es historia. Una historia que vale la pena rememorar por el desenlace final. El penal de “Dibu” a Coman, su tormento a Tchouameni y el disparo de Gonzalo Montiel que quedarán como el momento de la descarga de tantos años de angustia convertidos en felicidad. Si este equipo demostró ser un grupo de amigos representando a un país, de un compromiso que va más allá del resultado, en todo eso tuvieron mucho que ver Scaloni y sus ayudantes, con Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala como laderos. Un grupo de trabajo que supo dividirse tareas para construir una identidad desde la cabeza. Un grupo que creó una simbiosis con un pueblo y que desató la mayor alegría colectiva de nuestra historia. Que nunca nos dejó tirados y que nos dio la gloria eterna. 

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