Alphonso Davies y la importancia de adueñarnos de nuestra historia

A principios de 2022, Alphonso Davies pensó que no iba a volver a jugar al fútbol a causa de una miocarditis, diagnosticada tras recuperarse del coronavirus. “Fue muy aterrador”, reveló más tarde. Pero, después de meses, el lateral izquierdo del Bayern Munich pudo jugar de vuelta, se afianzó en su puesto y confirmó su estatus de estrella global, con un objetivo en la mira: el Mundial de Qatar 2022 con la Selección de Canadá. 

Hijo de los liberianos Debeah y Victoria, Davies nació el 2 de noviembre del 2000 en Buduburam, un campo de refugiados ubicado en Ghana, a 43 kilómetros de su capital, Acra. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) abrió Buduburam en 1990 con el objetivo de recibir, principalmente, personas que escaparan de la Primera guerra civil de Liberia. 

Muchos conflictos militares tuvieron lugar en la década de 1980, tal como explicó el reconocido historiador Eric Hobsbawn en su libro “Historia del Siglo XX”: “Guerras que no tenían nada que ver con la confrontación entre las superpotencias mundiales eran posibles en cualquier momento”. Liberia no fue la excepción y vivió, entre 1989 y 2003, dos guerras civiles, plagadas de violencias y asesinatos de inocentes. La primera concluyó en 1996 y la segunda inició en 1999, por lo que solo hubo tres años por fuera de las acciones bélicas; en total, se calcula que hubo 250 mil muertes, además de las miles de personas que debieron dejar su tierra.

La violencia fue tal en esos años que no solo dejó al dictador Samuel Kanyon Doe asesinado en 1990, sino que Charles Taylor, líder del Frente Patriótico Nacional de Liberia (NPFL) y presidente electo de Liberia en 1997, desde 2012 cumple una condena de 50 años en Inglaterra por delitos de lesa humanidad durante los años de matanzas, violaciones y otras atrocidades. Taylor fue el primer jefe de Estado condenado por delitos de guerra desde los Juicios de Núremberg, donde se juzgó a los responsables del régimen nazi. 

La forma de ser —o de mostrarse— de Alphonso Davies no podría estar más alejada de esas raíces que tuvieron como protagonista a la violencia. Inspirado en su propia historia y con el objetivo de devolverle al país que lo aceptó algo de lo que le dio, se comprometió a donar a organizaciones benéficas canadienses todas las ganancias que consiga en el Mundial; además, desde 2021 es Embajador de Buena Voluntad de ACNUR, hecho que le generó orgullo, en sus propias palabras: “Mi experiencia me hace querer levantar la voz por los refugiados, compartir sus historias y ayudar a hacer una diferencia”. 

Cuando tenía cinco años, su familia se mudó a Windson, Canadá, y de allí se fue a la ciudad de Edmonton para rehacer su vida. “La vida en el campo de refugiados es como si te metieran en un contenedor y tiraran la llave”, contó alguna vez su madre. El pequeño Alphonso empezó a jugar en el ámbito escolar y luego se sumó al programa “Free Footie”, comandado por Tim Adams y que tenía el objetivo de que chicos que no podían pagar para ir a un club pudieran participar de torneos de fútbol. Justamente en uno de esos campeonatos lo vio Marco Bossio, director del St. Nicholas Soccer Academy, nuevo destino para Davies. 

Estuvo un tiempo en la academia de Bossio y, con solamente 14 años, el oriundo de Buduburam llegó a Vancouver Whitecaps, de la Major League Soccer. En 2020, reconoció en un texto que escribió para The Players Tribune: “Yo era un manojo de nervios. Acababa de dejar a mi familia en Edmonton y era un chico muy tímido”. Probablemente por ese motivo le costó adaptarse en sus primeros momentos en los Whitecaps. “Debe haber parecido  que siempre iba a lograrlo, pero no fue así. O al menos se sentía así”, expresó en la misma nota. Pero pudo sobreponerse ante esas dificultades y, a los 15, se convirtió en uno de los jugadores más jóvenes en debutar en la MLS.

No duró mucho en la liga estadounidense, ya que tras algunas muy buenas temporadas y un premio al mejor jugador del 2018 de los Whitecaps, en noviembre volvió a emigrar, aunque esta vez a Munich y en busca de un desafío complicadísimo. Sin embargo, ya no era el chico nervioso que había llegado a Vancouver, todo lo contrario: “Solo quería mostrarle a la gente que podía jugar a este nivel. Y como había recorrido un largo camino, quería jugar con una sonrisa en la cara. Todavía me recuerdo a mí mismo de eso”. Como si fuera poco, en paralelo a su carrera en clubes, había sido nombrado mejor jugador canadiense sub 17 en 2016 y 2017 y disputado su primer partido en la Selección mayor con 17 años. 

Y el resto, es historia: con todavía una amplia trayectoria por delante, ganó la Bundesliga, la Copa Alemana, la Champions League y disputará la Copa del Mundo, donde compartirá grupo con Bélgica, Croacia y Marruecos. Todo, absolutamente todo, con una sonrisa en su cara.

Similar Posts

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *