Convivir con la presión es bueno pero el límite es cuando no disfrutás del juego

(Por Sergio Goycochea*, especial para Télam desde Qatar).- El seleccionado argentino consiguió su primer victoria en el Mundial de Qatar 2022 y el desahogo del cuerpo técnico y de los jugadores fueron los síntomas que indicaron la carga emocional que tuvo el partido contra México, luego de la derrota en debut contra Arabia Saudita.

Esto es como la historia del huevo y la gallina ¿Qué pasó primero? Bueno, en el fútbol pasa por cómo nos educaron para sentirlo, cómo lo vivimos o cómo lo queremos vivir.

A mí, por ejemplo, me educaron con la idea del profesionalismo y que no sirve otra cosa más que ganar.

En ese contexto, ese profesionalismo lo empezás a involucrar cada vez más. Primero, directamente al campo de juego, después a la vida diaria, luego a la familiar y terminas viviendo de ese modo. Eso desde el punto de vista profesional como me tocó a mí.

Por su parte, el hincha lo vive de esa manera y estamos cansados de ver gente que se transforma por un partido de fútbol.

La misma gente con la que te tomás un café durante la semana y son personas tranquilas y coherentes, después van a una tribuna y parecen extraños. Eso no es bueno.

Lo que destaco es convivir con las presiones, tomarse las cosas con responsabilidad, entregar todo y demostrar el sacrificio por la grandeza que representa la camiseta de la Selección de la Argentina.

El límite es cuando esa presión no te lleva a disfrutar lo que estás haciendo.

La carga de presión que conlleva perder un partido inaugural lo viví cuando en Italia 1990 perdimos contra Camerún y tuvimos esos días hasta jugar contra Rusia. Y puedo asegurar que no fue lindo porque esa presión no te permite disfrutar el juego.

En este caso, el hincha también se pone en una posición más de sufrimiento que de disfrute.

Por lo tanto, creo que la presión se maneja aprendiendo a convivir con ella, pero cuando aparece no hay cursos para saber manejarla.

Lo que sí surgen son los síntomas que indican la carga emocional del partido como el festejo de los jugadores, de Lionel Scaloni y hasta las lágrimas de Pablo Aimar después del gol de Lionel Messi.

Esos no parecen serlo, pero son síntomas de felicidad aunque con una fuerte carga de angustia por lo que significó el partido y también por cómo vivimos el fútbol.

Hay que aprender a separar las cosas. Se puede vivir con pasión, entregar todo y, como digo siempre, no quedarte con nada en los bolsillos.

Y por otro lado, poder manejar la situación porque en definitiva no deja de ser un juego en el que si perdes un partido, no es una cuestión de vida o muerte.

*Sergio Goycochea defendió el arco del seleccionado argentino en los Mundiales Italia ’90 (subcampeón) y Estados Unidos ’94 (octavos de final). Fue dos veces campeón de la Copa América (Chile ’91 y Ecuador ’93), ganador de la Copa Rey Fahd ’92 y de la Copa Artemio Franchi ’93. Disputó 44 partidos con el buzo de la Selección entre 1987 y 1994.

Con información de Télam

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