De Paul, el chico rebelde que se transformó en el motor de la Selección

Poco a poco, Rodrigo De Paul se transformó en una de las grandes figuras de la Selección Argentina de fútbol, dirigida por Lionel Scaloni, en la previa al Mundial de Qatar 2022. A repasar entonces la historia de este mediocampista de 28 años surgido en Racing que actualmente defiende la camiseta del Atlético de Madrid de su compatriota Diego “El Cholo” Simeone.

El tiempo se acerca y cada día que pasa es un día menos en la cuenta regresiva. Uno de los mejores jugadores de la Selección Argentina es Rodrigo De Paul que espera ansioso el arranque de la competencia de la que siempre soñó y que, ahora, está a un paso de hacerse realidad. Desde el club Belgrano en Sarandí hasta su actualidad, mucha agua pasó bajo el puente.  El “Rodri” futbolista está marcado por lo que causa entre su gente. Este mismo año, en medio de un bar, causó una revolución. 

El Bar Pertutti es uno de los más reconocidos de su Avellaneda natal y siempre suele haber movimiento, pero como ese martes no recuerda. Leandro Díaz es mozo y fue el que vio esta transformación. A Rodrigo no le gusta cambiar sus costumbres, sigue siendo un chico de barrio. “Vino con la madre, después llegaron dos personas más. Estuvieron muy bien, muy tranquilos”. Pidieron un pollo grillé, estuvieron dos horas y después se tomaron un cafecito. Las costumbres, como en su casa, no se pierden “tengo entendido que  él venía siempre acá, desde que era chiquito y jugaba en las inferiores de Racing”.  También rememoró que “después, cuando ya estaba en la Primera, solía venir también hasta que lo vendieron”. Y concluyó: “Su familia sigue viviendo acá cerca  y se ve que les gusta seguir viniendo acá”.

El pasado en Racing y en Avellaneda condena a Rodrigo. La formación en el Conurbano, además, forjó grandes amistades entre las que está Ramón “Monchi” Medina, quien reclutó a De Paul en “La Acadé” y lo entrenó en las inferiores. En su propia cuenta de Twitter (@MonchiMedinaRC), se define como “utilero, coordinador del baby, director técnico pre-infantiles, detector de talentos” y asegura que da “la vida por Racing”.

Uno de los hombres que fue clave en la formación de “Rodri” como jugador, hasta llegar al alto nivel, lo describió de manera inmejorable: “Lo que es él hoy, eso era de chiquito en el club de Papi donde comenzó a jugar, el club Deportivo Belgrano, que es donde nosotros lo vimos desde muy pequeño…”. En este sentido, llenó de elogios a Lionel Scaloni, el entrenador de la Selección Argentina, ya que según él “hoy encontró un técnico que le dio esa responsabilidad de nuevo en un equipo, que sea la manija, y lo hace con total normalidad”.

A pesar de que De Paul empezó en “La Academia” como enganche y volante ofensivo por ambas bandas, en la actualidad lo hace mucho más como mediocampista interior: de doble 5 o de 8. No obstante, para Medina “no es que se reinventó ni nada, es su ADN, de muy chiquitito ya era la manija de su equipo”. 

En esa línea, “Monchi” repasó que “él era eso, lo que hoy todos ven”, aunque explicó: “Lo que pasa es que después es lógico que, cuando pasan a la cancha de 11 a los clubes, él era de contextura muy flaquita y todos (eran) mucho más grandes…”. “Después, los técnicos los ponen en distintas posiciones”, dijo el formador del club de Avellaneda.  De Paul, por ejemplo, en Racing jugó por la izquierda, de enganche, de mediapunta. Ante eso, aclaró: “Nunca estuvo puesto en ser la manija del equipo, que los técnicos le hayan dado esa responsabilidad, siempre lo tuvieron en consideración pero en otro sector de la cancha”.

A la hora de describir su personalidad, el técnico contó que el ex Valencia “siempre fue un chico muy divertido, entrador con el grupo, siempre fue admirado por los grupos que él ha integrado en las distintas categorías”. “Conmigo siempre hacía apuestas, me jodía siempre. Iba con el baby de Racing y él con su equipo de barrio me hacía apuestas”, reveló, aunque aclaró entre risas: “Siempre le salía ganando yo, eran las cargadas típicas que hacíamos con él”.

Así como visita al bar que siempre fue de chico,  las amistades también son importantes para De Paul: “Siempre que viene al club me viene a visitar, me regaló su camiseta, es un chico que se hizo querer siempre por todos”. Incluso, resaltó que nadie le regaló nada para llegar a donde está hoy, ya que “siempre la peleó, tuvo mucha confianza en que tenía una meta e iba a llegar a eso”.  La amistad, el compañerismo y todo lo que despliega en la cancha se puede ver también en lo que ocurría cuando era más chico. La confianza también: “Siempre me decía: ´Quedate tranquilo, Monchi, que me los como crudos…'”

El nexo que tiene Rodrigo De Paul con Avellaneda y Sarandí está por encima de todo. A los 3 años, rodrigo empezó a jugar en el club del barrio, en el “Deportivo Belgrano de Sarandí”.  Una remera negra y blanca, un escudo también bicolor y una institución de amigos. Mónica Ferrarroti muestra orgullo cuando habla del, ahora, motor de la Selección. Y si, por supuesto. Porque Mónica es la madre de Rodrigo, la que lo acompañó a Pertutti cuando causó una revolución, la que lo vio en Racing, en la Copa América y la que, ahora, en charla con El Destape, rememora los arranques: “De chico era muy parecido a como lo ven ahora: muy alegre, inquieto, siempre le gustó jugar al fútbol. Muy amiguero, muy sociable”.

Con respeto a sus primeros tiros al arco en un club,  Mónica recuerda que “el club era cerca de donde vivíamos nosotros, en las torres que están detrás de Coto”. Además, profundizó en que “empezó a jugar en dos categorías más grandes que la de él: en la 1992, de arquero, porque era demasiado chiquito para jugar en otro puesto, pero no había manera de hacerle entender que todavía era muy chiquito para jugar”.

“El hermano más grande estaba jugando ahí al baby y él quería jugar, entonces los entrenadores lo pusieron de arquero para la ´92″, destacó sobre la insistencia de “Rodri” de hacer lo que más le gustaba desde pequeño. Mónica repasó que “después, ya en la ´93, lo ficharon formalmente y jugó ahí” y que “en la suya, jugó en ambas en el baby”.

Todos los días De Paul iba al baby y al jardín. Después, al baby y al colegio, hasta que, a los siete años, la jornada se acomodó. “A los siete se fue a probar a Racing con un compañero y amigo del colegio.  Pero los amigos son del colegio Loreto y todavía los conserva”, cuenta la mamá orgullosa.  Graciela Merlo, una exmaestra del jardín del colegio Loreto de Avellaneda, quien tuvo al jugador como alumno se sumó a esos recuerdos de los días en la escuela: “Eran tres hermanos (Rodrigo es el menor, los otros son Damián y Guido) que siempre estaban jugando con algo a la pelota. La madre me decía que ellos estaban todo el tiempo jugando a la pelota en el departamento”. Las torres detrás del “Coto” de Sarandí como testigo y, desde ya, aclaró: “Lo que sí me acuerdo y te puedo decir es que jugaban todo el día con una pelota, o con lo que fuera, con los otros chicos”.

Sobre aquel entonces, contó: “Se fueron a probar juntos y el entrenador me dijo que quería que lo dejara, así que a partir de los 7 hizo toda su carrera en Racing”. Además, aclaró que su hijo “nunca jugó en Arsenal” como indicaban algunas versiones y agregó que “a los 18 llegó a la Primera. Hizo todas las infantiles, las juveniles, todo en Racing”.

Con relación a cómo se decidieron en la familia a llevarlo a algún club, reiteró que “jugaba el hermano más grande al baby” y expresó: “Nosotros íbamos a verlo, él veía eso y quería estar ahí, quería jugar… Él me insistía en que quería ir a probarse con este amigo”. “Yo mucho no quería, era un poco chico para la cancha de 11 pero bueno, como siempre a él le gustaba jugar a la pelota, era insistente cuando quería algo. Nos insistió tanto que lo llevé y al final quedó”, amplió. Y repasó que “desde ese momento ya se quedó en Racing hasta que lo vendieron a España (a Valencia en 2014)”.

Más allá de lo que pasa adentro de la cancha, como toda mamá, el orgullo le sale por los poros cuando tiene que hablar de la personalidad de Rodrigo: “En la cancha conserva su personalidad, porque de chico hacía lo mismo. Era muy peleador en el sentido de pelear por lo que no le parecía justo, pelear con los árbitros, defender al equipo, motivar con esa alegría que él tenía para ir a jugar, muy competitivo”. También definió que “le gusta siempre ganar en todo lo que hace: si juega a los dados, al truco… Y así es en el fútbol”.

Incluso, Mónica recordó que “los técnicos al principio se veían abrumados porque decían que hablaba mucho, que reclamaba, pero bueno... Lo aguantaron y lo apoyaron, confiaron en su capacidad y dijeron ´no, hay que dejarlo, hay que motivarlo´, como dijo Miguel Gomis, un DT que tuvo”. 

A la hora de repasar vivencias curiosas de Rodri, la mamá dijo que “las anécdotas que tiene son siempre con amigos” y destacó: “Cuando íbamos a la playa se nos escapaba, pero no al agua, sino que siempre miraba sombrilla por sombrilla, con la pelota abajo del brazo, preguntándoles a los chicos que estaban en la playa a ver quién quería hacer partido”.

El motor del grupo de la Selección Argentina no solo es dentro de la cancha, sino también aparece como un factor clave dentro de la “buena energía” que demuestra el plantel.  Esto, quizás, tiene que ver con lo que ya mamaba desde chico. Sus cumpleaños eran multitudinarios, de repente había posibilidad de invitar treinta personas, pero “Rodri” las duplicaba.  Siempre con el fútbol como base: “Hacíamos los cumpleaños en el club Belgrano, en la cancha, y eran hamburguesas y fútbol. Hacíamos campeonatos: los dividíamos a los chicos y les dábamos las medallas y el trofeo”, puntualizó la orgullosa mamá.

Mónica también reveló que “el papá hacía de árbitro y eran maratónicos los cumpleaños, duraban ocho horas, porque hasta que jugaban todos los equipos y salía el ganador…”. “Duraban todo el día y terminábamos cansadísimos, pero era lo que a él le gustaba. Siempre le gustó estar con gente, con grupos de amigos, tanto en el colegio como en los clubes”, afirmó.

Si bien reconoció que a su hijo “el colegio, estudiar, mucho no le gustaba”, también remarcó: “Nunca me pidió de faltar ni quiso faltar, porque se encontraba con sus compañeros”. 

Más allá de sus amigos, hubo una persona que tuvo un vínculo especial con De Paul.  “Él, con mi papá, su abuelo, tuvo una relación muy especial porque cuando yo trabajaba. El estuvo dos años viviendo en la casa de mis papás”.  La mamá trabajaba y, al no poderlo llevar al entrenamiento, lo llevaba su abuelo. Siempre, caminando, al club del barrio.  “Ellos siempre tuvieron una relación de cariño, de estar juntos, de admiración de él hacia mi papá, que era impresionante”. El amor y lo que significó todavía es un recuerdo. Desde el fallecimiento de su abuelo en 2009, Rodrigo tiene un recordatorio especial. ” Cada vez que festeja un gol, además de tener un tatuaje del abuelo en la muñeca… Cuando entra a la cancha se besa la muñeca, eso es para mi papá, y cuando hace un gol mira al cielo y señala con las manos para arriba… Esa es su manera de festejar los goles. Eso es para mi papá, su abuelo”, dijo Mónica a puro orgullo.

Uno de los temas inevitables de la conversación era la relación de su hijo con el mejor jugador del mundo. Su mamá fue sincera y reveló: “Con respecto a Messi, es lo que él cuenta siempre, es como es él… Es tan sociable, tan descontracturado, que a pesar de que él lo miraba por la tele y jugaba en los videojuegos con el personaje de Messi… Cuando estuvieron en la concentración, confiado y ayudado por otros muchachos que eran amigos en común de él y de Messi, estaba confiado de ir y acercarse a Messi”.

Además, profundizó en que Rodrigo quiso “hablarle como él siempre dice, bajarlo del póster, e incorporarlo como uno más”.  La anécdota es conocida. De la nada, lo bajó del póster:  “Entonces, él fue a decirle si quería hacer lo que hacían todos los compañeros juntos: ´¿Querés venir a tomar unos mates, a jugar al truco?´. Y tuvo una respuesta enseguida”. 

A la hora de explicar los motivos por los que su hijo consiguió la confianza de “La Pulga” rápidamente, hizo hincapié en que “Rodrigo tiene mucha personalidad y es muy entrador porque es muy sociable, simpático, sencillo”.

Ya con relación a Qatar 2022 que se viene, que será el primero para el mediocampista de 28 años, su mamá aseguró: “Sé que está muy metido con el tema de la Selección, con el Mundial, él respira Mundial… Está muy metido con eso, muy emocionado, para él la camiseta argentina es lo máximo”. 

Consultada al respecto del vínculo con el técnico que lo llevó a la titularidad indiscutida en el equipo nacional, Mónica señaló: “Sé que con Scaloni se lleva muy bien. Me dice que es un tipazo, que es uno más de todos, es súper sencillo, que pegaron onda todos con él, que está muy metido con los muchachos, que no es para nada distante”.

Si bien el vínculo afectivo de De Paul con “Leo” trascendió por lo que significa el ex Barcelona a nivel global, Mónica repasó que “Rodrigo siempre estuvo cerca de los jugadores con mucha experiencia, tanto en Racing como en otros equipos”. ”  Incluso, rememoró que su hijo “se acercaba siempre a hablar porque le gusta tanto el fútbol en general, no sólo jugarlo sino verlo, entenderlo, que él aprende con esa gente, se nutre”.  En Racing, vale recordar, estuvo con Diego Milito, Lisandro López y Mauro Camoranesi, entre otros. Todas figuras destacadas.

Uno de los tantos referentes que tuvo De Paul en Racing fue Agustín Pelletieri, quien compartió el plantel con él entre 2011 y 2013. El volante central de 40 años que juega en Defensores de Glew, del Torneo Regional Federal amateur, se deshizo en elogios para su colega.

En la entrevista con El Destape, el ex Lanús repasó: “Lo que recuerdo de ´Rodri´ es que era muy extrovertido pero que, a su vez, mostró mucha personalidad muy rápido”. Acerca de las características del ex Valencia dentro de la cancha, “El Pulpo” reconoció: “Un poco me sorprendió cómo se transformó en un jugador mucho más completo, ya que desde el inicio era más ofensivo”.

 

 

 

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