El legado en el básquetbol de la familia Jáquez se extiende a la tercera generación en UCLA

LOS ÁNGELES, California — En esta tarde sabatina, el máximo seguidor de Gabriela Jaquez entró al Pauley Pavilion acompañado de varios amigos. Vestido de pantalones vaqueros rotos y una camisa de franela, se dejó caer en la silla de primera fila, mientras los aficionados susurraban entre ellos sobre su presencia. Sin embargo, sólo estaba enfocado en la delantera novata que defendía en la cancha los colores de UCLA.

Cuando Gabriela convirtió un triple en los tramos finales del tercer periodo, Jaime Jaquez Jr. (la estrella del baloncesto masculino de UCLA y hermano mayor de Gabriela) se puso de pie, alzó su puño y chocó manos con sus amigos. Sin embargo, el único miembro de un equipo McDonald’s All-American dentro de la familia Jáquez y su más competitiva pariente, aparentó no notar la reacción de su hermano ni la de sus familiares en la tribuna, y saltó para volver a asumir su posición defensiva.

Las jugadas fenomenales son la norma entre la familia Jáquez. Pocas horas antes, Jaime Jr. anotó para dos cifras, en la misma cancha, también frente a sus allegados.

Los Bruins ganaron ese día; sin embargo, Gabriela solo anotó ese triple. Después del partido, se acercó a la multitud de hermanos, sobrinos, padres y tíos que la esperaban en un corredor del Pauley Pavilion. Rodeada por su familia, abrazó a su padre y posó su cabeza sobre los hombros de su progenitor en busca de consuelo.

“Ambos somos competitivos”, afirmó a ESPN Jaime Jr. sobre la reacción de su hermana ante lo que ella consideraba una actuación decepcionante, a pesar de sus cinco rebotes.

Gabriela agregó: “Aprenderemos de ella. Muchos de nosotros nos afanamos y queremos hacer el pase extra, especialmente en mi caso. Hay un ajuste después de la secundaria. En secundaria, podía hacer lo que quisiera. Llegaremos a ese punto”.

El partido fue el punto culminante de un ajetreado fin de semana (tres eventos de básquetbol en secundaria o universidad en 24 horas) para la familia, que asiste a los partidos vistiendo camisetas con la leyenda “Team Jáquez”. Pero se trata de una tarea de familia. Más de una docena de parientes hacen el trayecto entre el Pauley Pavilion y su terruño de Camarillo, California, situado a 72 kilómetros al noroeste de Westwood, para apoyar a sus talentosos familiares, incluyendo al hermano menor Marcos, que también juega al básquetbol aparte de ser prospecto del fútbol americano en ciernes en la Secundaria Camarillo.

La historia del baloncesto universitario está llena de hermanos que practicaron este deporte a nivel de elite. Sin embargo, Jaime Jr., Gabriela y Marcos representan la tercera generación de básquetbolistas de su familia, con amplia presencia dentro de una disciplina deportiva con representación mexicana limitada. Juan Toscano-Anderson (Marquette), Jorge Gutiérrez (Cal), Horacio Llamas (Grand Canyon) y Eduardo Nájera (Oklahoma) son cuatro de apenas cinco jugadores de ascendencia mexicana que han llegado a la NBA desde 1946. Por su parte, Evina Westbrook (UConn) se convirtió en la primera jugadora mexicoestadounidense en la WNBA cuando fue elegida por el Seattle Storm en 2022. Por eso, el legado de la familia Jáquez podría ser inédito. Sin embargo, su compromiso con el lazo familiar y su herencia les han permitido brillar en las canchas de básquetbol de la Costa Oeste de Estados Unidos durante varias décadas. El ascenso de Jaime Jr. y Gabriela sirve de testimonio al apoyo y cariño que les rodea y los sacrificios hechos antes de nacer.

“Cuando era realmente joven, creía que todos iban a tus partidos y [te] alentaban; pero a medida que me hice mayor, me di cuenta de que ese no era el caso con todo el mundo”, afirma Jaime Jr. “Y empecé a apreciarlo mucho más”.


Aderezo ranchero, un viejo aro y el nacimiento de un legado

En el restaurante Toppers Pizza de Camarillo, los miembros de la familia Jáquez abordaron dos mesas de gran tamaño para compartir entre ellos una colección de pizzas de distintos sabores: pollo y crema de ajo, dijon ranchero con pollo y miel caliente.

“Hay que ponerle aderezo ranchero a ésta”, recomendó Marcos mientras degustaba una porción, aproximadamente una hora después de que su familia le vio jugar un partido de básquetbol.

Primos, tíos, abuelos y otros familiares se congregaron en la noche de viernes. Son los miembros de una familia que cruza toda la Costa Oeste y más allá para ver a los atletas Jáquez competir en todas las disciplinas deportivas imaginables, desde sóftbol y voleibol hasta básquetbol, béisbol y fútbol americano. El objetivo es asegurarse de que todos quienes juegan sientan el apoyo.

Ezequiel, Jaime Jr. y los abuelos de Gabriela se sientan a la cabeza de una de las mesas.

Los padres de Ezequiel no sabían mucho de básquetbol poco después de emigrar de México con rumbo a Oxnard, California, cuando su hijo era apenas un niño. Sin embargo, Ezequiel recuerda haber convencido a su padre que le construyera un aro para que él y su hermano Dick practicasen. Excepto que éste no era un aro usual. Tenía menos de 30 centímetros de ancho, una dimensión mucho menor que las 18 pulgadas de un cilindro de tamaño reglamentario.

“Cuando conseguimos un aro más grande, se hizo fácil”, recuerda Ezequiel.

En secundaria, Ezequiel se ganó el reconocimiento de los diarios locales como uno de los primeros jugadores mexicoestadounidenses de la zona en competir a nivel de elite. Sin embargo, aún se lamenta de las antiguas reglas de ese deporte.

“Habría anotado mucho más de tener una línea de 3 puntos”, dijo en son de broma.

Ezequiel se graduó y jugó básquetbol en el Ventura Community College antes de su transferencia a Northern Arizona. Posteriormente, se convirtió en entrenador de secundaria local y ayudó a Marion Jones, la exmedallista olímpica de oro que se destacó en el baloncesto femenino en la Universidad de North Carolina, a desarrollar su juego.

Gloria es la matriarca que ha ayudado a mantener unida a la familia. Luego de llegar a Estados Unidos hace más de 50 años para visitar a su hermana, Gloria contrajo nupcias con Ezequiel. Una vez casada, Gloria (que no hablaba inglés en aquel entonces) creó un próspero salón de belleza en Camarillo. Hasta ahora, la mayoría de sus hijos y nietos residen en Camarillo.

Todos los domingos, Gloria prepara abundante comida para ella y su familia, que entran a su casa para saludar y comer. Es más que una tradición: es un legado que Gabriela y Jaime Jr. han valorado por muchos años.

“Estoy muy orgullosa de ellos”, dijo Gloria.

Hace pocos años, volvió a México y ofreció una pródiga recepción para su familia. Sonrió mientras mostraba las imágenes del agasajo, particularmente una: Más de 100 parientes, entre ellos Jaime Jr., Gabriela y otros provenientes de California, con el fondo de la fachada de una iglesia a la que Gloria asistía de joven.

El orgullo de esos momentos refuerza el nexo que mantiene a la familia Jáquez. Es la base de su unidad.

Jaime Sr. siguió los pasos de su padre, practicando baloncesto universitario en la Concordia University en Irvine, California, donde conoció a su esposa Ángela, que también jugaba al baloncesto universitario. Mientras Jaime Jr. y Gabriela mostraron las primeras señales de que podrían tener un futuro en el básquetbol, Jaime Sr. entrenó a sus hijos a nivel de Amateur Athletic Union (AAU), pero no aceleraban su desarrollo. Quería que ellos se hicieran jugadores versátiles, pero sin dejar de divertirse.

“Solo quería asegurarme; primero, que ganaran y luego, quería que dieran todos los pasos”, expresó. “Toda la comunidad, porque tienen a sus amigos allí, jugaron con ellos en nuestro equipo. Y nuestro equipo, nuestros dos equipos eran muy, muy buenos”.


El despegue de la nueva generación

Recientemente, los tres hermanos Jáquez reconocieron su herencia mexicana firmando un contrato de derechos de nombre e imagen con la empresa Tricolor Holdings, con sede en Dallas, que ayuda a los inmigrantes latinos en la adquisición y financiamiento de automóviles.

Este contrato quizás sea la mayor expresión del legado de la familia Jáquez. Incluso mayor que la participación de Jaime Jr. con la selección de México en los Juegos Panamericanos 2019 celebrados en Lima, Perú.

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“Su español mejoró”, bromeó Gloria.

Jaime Jr., proyectado por ESPN para ser elegido en la segunda ronda del draft NBA 2023, podría convertirse en uno de los pocos jugadores de ascendencia mexicana en competir en la máxima liga de básquetbol profesional del mundo.

Pero ese no es su objetivo. Más bien, quiere ver su nombre colgado bajo el techo de la cancha de UCLA junto a los grandes del básquetbol como Bill Walton y Kareem Abdul-Jabbar. Primero, desea ser conocido como leyenda de los Bruins.

“También me encanta representar a un país y una cultura de algo más grande que yo”, indicó. “Aunque también me gusta pensar que quiero ser recordado como un gran jugador de básquetbol y no sólo como gran jugador de básquetbol de origen mexicano. Mucha gente se pierde en eso”.

“A fin de cuentas, sólo somos seres humanos. Así que, independientemente de que sea mexicano o no (y me encanta adoptar mi cultura, eso es lo que soy); a fin de cuentas, soy una persona”.

Al igual que la mayoría de los prospectos más cotizados de la actualidad, Gabriela y Jaime Jr. tuvieron la oportunidad de ser transferidos a distintas secundarias o programas de escuelas privadas. Sin embargo, su padre no tuvo interés en seguir la tendencia nacional por la que muchos jugadores de primer nivel abandonan sus escuelas locales a favor de instituciones privadas. Ambos jugaron sus cuatro años de secundaria en Camarillo. Y Marcos hace lo mismo hoy en día.

“Una de las cosas en las que pensé, es que allí estaban todos mis amigos”, expresa Jaime Jr. “No quería irme a una escuela nueva y conocer mucha gente. Quiero a mis amigos. Solo quería jugar con ellos y ver lo que era capaz de hacer. No quería intentarlo con nadie más. Obviamente, también [estaba el hecho de] representar a mi ciudad Camarillo, y quería promocionarla de forma positiva”.

Gabriela confiesa que eligió cursar estudios en UCLA porque quería mantenerse cerca de sus seres queridos. También le ayudó el hecho de que era su escuela soñada.

“Estaba en un campamento de básquetbol en cuarto grado y nos hicieron poner nuestros objetivos por escrito”, recuerda. “Objetivos en el baloncesto y la vida. Y puse: ‘Recibir una oferta para jugar con UCLA’, ‘Obtener una beca’, ‘Ser más amable con mi hermano’ y ‘hacer una bandeja con la zurda’. Cosas así. Mirar atrás y ver que logré esas metas… aunque sigo trabajando en lo de mis hermanos, ¿cierto?”

Jaime Jr. y Gabriela no dejan de volver a Camarillo durante la temporada. En ocasiones invitan a sus amigos y le muestran cómo aderezar sus pizzas favoritas con salsa ranchera. Las visitas familiares les ayudan a recargar energías en medio de una temporada extensa y ajetreada.

Aunque también verán a sus familiares entre visitas. Los chats grupales ayudan a tomar la decisión colectiva de quiénes asistirán a los partidos y cuándo. La familia Jáquez tiene una regla: no importa quien juegue, o donde juegue, siempre habrá un miembro de la familia en las tribunas. La rotación semanal también conlleva equilibrar los altibajos que inevitablemente genera la competencia. Ejemplo de ello fue la celebración de la excelente actuación de Jaime Jr. contra Denver y consolar a Gabriela horas después.

Más allá de su decepcionante partido, Gabriela es una joven jugadora en constante mejora, reclutada para convertirse en ancla de la alineación de los Bruins.

“Gabriela Jáquez es puro corazón”, afirma la entrenadora del equipo femenino de UCLA Cori Close. “No solo consigue los rebotes en su posición; consigue los rebotes difíciles. Es tan obrera y dispuesta a hacer lo que sea. Creo que tiene actitud ganadora. Solo le importa qué hay que hacer para que nuestro equipo gane”.

Por su parte, Jaime Jr. intenta llevar a UCLA a alcanzar su primer campeonato nacional desde 1995. El jugador proyectado para que esta temporada sea reconocido como All-American (17.3 puntos por partido, 7.9 rebotes por partido) ya ha conducido a los Bruins a conquistar la punta de la tabla de la conferencia Pac-12 y los mantiene en buena posición para dejar atrás la derrota ante North Carolina en el Sweet 16 del año pasado.

“Se ha convertido en encestador de elite en el baloncesto universitario”, indica el entrenador del equipo masculino de UCLA Mick Cronin. “Cuando necesitamos una cesta, es muy simple saber adónde ir. Pocos jugadores en el baloncesto universitario son capaces de anotar sin la compañía de la ofensiva. Pero él lo hace”.

Gabriela, que compartió honores como la Jugadora Más Valiosa del partido McDonald’s All-American del año pasado, actualmente ostenta promedio de 6.7 puntos por encuentro con el quinteto femenino, proyectado como sexto sembrado del torneo NCAA.

“Acabo de decirle que habrá altas, habrá bajas. Sin embargo, siempre y cuando perseveres y entiendas que todo forma parte de tu camino y asumirlo de esa forma… Porque creo que todo ocurre por un motivo… si no es así entonces, ¿para qué estamos aquí?”

Gabriela agrega: “La verdad, no me importa si me ven como la hermana menor de Jaime. Soy su hermana menor. Creo que es una oportunidad realmente genial, si podemos capitalizarlo. Y es bueno para nuestra familia. Es una dinámica realmente genial. Pero no siento presión. Sé que voy por mi propio camino”.

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