El partido del Muro: el día que las dos Alemanias jugaron entre sí en un Mundial

La caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, fue uno de los momentos más emblemáticos de la historia reciente de Alemania. La estructura había dividido, por casi tres décadas, a la nación teutona en dos. En el medio hubo familias y amigos que quedaron separados por una pared gigantesca y que, entre otras cosas, se tuvieron que dejar de ver y de compartir momentos. Incluso, las dos Alemanias vivieron una situación única cuando, en 1974, las dos Selecciones se enfrentaron entre sí en pleno Mundial. 

Las selecciones de Alemania Federal y Alemania Democrática se cruzaron el 22 de junio de 1974. El encuentro que se disputó en el mes por excelencia de las efemérides mundialistas dejó una marca en la historia. El contexto del partido fue una Copa del Mundo que, justamente, se jugó en tierras teutonas, pero desde el lado occidental. En plena Guerra Fría entre el mundo “capitalista” y el socialista, los principales choques entre ambos mundos se daban -más allá de algunos foros internacionales- dentro de los campos deportivos.  Ya sea en Juegos Olímpicos o en citas mundialistas, el enfrentamiento también rondaba sobre los estadios. 

El histórico partido entre las dos “Alemanias” dejó, entre otras cosas, una imagen poco habitual. El encuentro se llevó adelante en el viejo Volksparkstadion, el estadio de la ciudad de Hamburgo. Esta ciudad que, además, tiene una marcada división entre las luchas obreras y una extrema derecha que avanza. En cuanto al fútbol, por ejemplo, es la ciudad que tiene al mítico St. Pauli, el reconocido mundialmente como uno de los equipos antifascistas más importante de Europa junto con el Rayo Vallecano y el Unión Berlín. 

Con respecto al histórico encuentro entre las dos Alemanias, desde el inicio del partido todo fue sorpresivo. En el momento de los himnos, las Alemanias -por supuesto- no compartieron canción. De forma instrumental sonaron los temas patrios de ambos países para preservar respeto ante el equipo de enfrente.  El conjunto local tuvo entre sus filas a Franz Beckenbauer, quizás la figura más importante del fútbol alemán en la historia, Sepp Maier -un arquero imbatible- y el “bombardero” Gerd Müller.  Todos ellos futbolistas que, luego, serían reconocidos en sus equipos incluso junto con Uli hoeneb y Paul Breitner fueron la base del Bayern Munich campeón de todo. A ellos se le sumaban: Jupp Heynckes y Herber Wimmer -multiganadores con el Borussia Monchengladbach que jugarían la final intercontinental con Boca en 1977-. 

Por el lado oriental había jugadores que tenían dobles trabajo. No solo se dedicaban al fútbol. El partido terminó 1-0 para el conjunto “socialista” y el gol lo metió Jürgen Sparwasser, jugador del Magdeburgo e ingeniero mecánico de 26 años.  En ese momento, el triunfo del conjunto del “otro lado del muro de Berlín” llamó la atención por ser una de las sorpresas más grandes en la historia del fútbol. Sin embargo, al repasar los títulos y los equipos, el equipo de Alemania Democrática tenía un gran nivel. Incluso, el Magdeburgo llegó a ganar un título internacional -en 1974- tras vencer en la Recopa de Europa al Milan.

El triunfo, como se esperaba, fue un momento de regocijo para Alemania Oriental. Sin embargo, Sparwasser -en una entrevista con el diario El País- reveló que también tuvo críticas y tormentos por haber anotado el gol para Alemania. “Una parte de los habitantes de la RDA no estaba de acuerdo con el sistema político del país, Esas personas reaccionaron negativamente (al gol).  Todos esperaban y creían que perderíamos el partido, que nos meterían cinco o seis goles. Por eso surgieron envidias y antipatías. No sólo contra mí, sino también contra mis compañeros de equipo”. 

Es que, en principio, nadie se dio cuenta que -ese gol- fue el que terminó dándole un cimbronazo a Alemania Federal. Cayó un grupo más complicado, pero a lo largo de los encuentros fue creciendo hasta convertirse en el campeón. En la final, el equipo de Beckenbauer venció a la Holanda Mecánica (Ahora Países Bajos) de Johan Cruyff. Dos días después, a la casa de Sparwasser llegó un telegrama: “Spari te damos las gracias. Toda Alemania te da las gracias”.  

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