El tenis cada vez más tenso por la guerra entre Rusia y Ucrania

La ATP y la WTA, asociaciones masculina y femenina de tenis, se diferenciaron desde un principio de otras federaciones deportivas con respecto a la Guerra entre Rusia y Ucrania que comenzó en febrero de 2022. Para citar uno de los casos más emblemáticos, la FIFA decidió prohibir que Rusia pudiera optar por la clasificación al Mundial de Qatar cuando todavía tenía posibilidades. Si bien en el tenis se buscó desligar a los jugadores del conflicto bélico, no se cumplió el objetivo: más de un año después de la invasión, la relación entre los propios tenistas está más tensa que nunca.

El principal motivo por el que no hubiera sido fácil para la ATP y la WTA excluir a los deportistas de Rusia y Bielorrusia es la preponderancia en los rankings: en el circuito de hombres, tres de los mejores 20 son rusos; en el de mujeres, son seis las rusas y bielorrusas que están en el Top 20. Sin embargo, sí se decidió que en las transmisiones oficiales no aparezcan las banderas de sus países al lado de sus nombres, así como tampoco figuran al visualizar los rankings en las páginas oficiales. 

En 2022 el torneo de Wimbledon, tercer Grand Slam del año, se llevó todos los focos en el mundo del tenis por la decisión de prohibir la participación de tenistas rusos y bielorrusos. Las asociaciones no se quedaron quietas y, en un hecho que marcó una clara posición en contra de la rusofobia, decidieron que la competición que se disputa en Inglaterra no entregue puntos para sus rankings. Así, uno de los eventos más importantes de este deporte, terminó siendo, a los hechos, un amistoso que otorgó una importante suma de dinero: Iga Swiatek y Novak Djokovic, actuales número 1 y 2 del mundo, respectivamente, se quedaron con las ediciones de singles.  Ahora, en 2023, Wimbledon dejará que puedan jugar pero tienen que firmar una declaración de neutralidad donde tanto rusos como bielorrusos aseguren que no reciben financiación rusa, tanto estatal como privada.  Y, además, una constancia en donde indiquen que no apoyen la invasión o a cualquiera de los líderes rusos.

Justamente Djokovic y Swiatek, campeones en Wimbledon, se manifestaron sobre la guerra en el último tiempo. El serbio, polémico también por su postura antivacunas que le prohibió la participación en torneos clave por no poder pasar las políticas migratorias, se vio envuelto en un escándalo que, en realidad, no tuvo que ver directamente con él: durante el Abierto de Australia de 2023, Srdjan Djokovic, su padre, posó para una foto en la que había una bandera rusa con la cara de Vladimir Putin. Tras el hecho, el Nole expresó que había habido un malentendido y que su padre “no tenía intención de aprobar ninguna iniciativa de guerra”. 

Semanas más tarde, se conoció que Djokovic le escribió por WhatsApp para manifestarle su apoyo a Sergiy Stakhovsky, extenista ucraniano que dejó Hungría y volvió a su país para “ayudar”. Swiatek, por su parte, remarcó su posición recientemente cuando, tras avanzar a los cuartos de final del Masters 1000 de Indian Wells el pasado 15 de marzo: “Siento que deberíamos ayudar más a las tenistas ucranianas porque todo lo que discutimos es sobre tenistas de Rusia y Bielorrusia”. 

Las declaraciones de Swiatek, que también acusó “tensión en el vestuario por la guerra”, no le cayeron bien a la bielorrusa Victoria Azarenka, ex número uno del mundo. “Está claro que hay ciertas jugadoras que tienen diferentes sentimientos y comportamientos. En general, no comparto la misma visión que Iga. Le diría que venga a ver las cosas que han pasado antes de hacer algún comentario”, expresó en la previa del torneo de Miami”, respondió.

Más allá de que la polaca dio su apoyo a Ucrania desde el primer momento, sus dichos recientes tuvieron un motivo puntual: la tenista rusa Anastasia Potapova salió a la cancha previo a su partido ante la estadounidense Jessica Pegula con una camiseta del Spartak Moscú, equipo de la liga de fútbol de su país, y desató la polémica. Según expresó en declaraciones a Reuters, Potapova no buscó provocar a nadie, aunque eso no evitó que recibiera una “advertencia formal”, tal como explicó un vocero de la WTA a CNN. Sobre el hecho puntual, Swiatek criticó: “Me sorprendió ver a una jugadora rusa con la camiseta de un equipo de fútbol de su país. Tendría que haberse dado cuenta de que no debería mostrar sus opiniones de esta manera en esos momentos, por más fanática que sea de ese equipo”. 

A pesar de que hubo más sucesos en el que se vincularon el tenis y la guerra en este año y monedas, hay algunos que también tuvieron lugar en el 2023 que vale la pena enumerar. El primero fue la final del WTA de Austin, en el que la ucraniana Marta Kostyuk venció a la rusa Varvara Gracheva, pero decidió no saludar a su rival ni sacarse una foto con ella después del encuentro, en un gesto que recorrió el mundo. “Estando en la posición en la que estoy ahora, es extremadamente especial ganar este título. Quiero dedicárselo a Ucrania y a toda la gente que está luchando y muriendo”, expresó Kostyuk una vez que tuvo la posibilidad de hablar después de recibir el trofeo. La ucraniana ya le había negado el saludo a Azarenka en el primer Grand Slam del año, en Australia. 

Otra situación que recorrió los portales y las páginas de fanáticos del tenis fue la que involucró a Lesia Tsurenko, tenista ucraniana que reveló que el motivo por el que no se presentó a su partido ante la bielorrusa Aryna Sabalenka fue el ataque de pánico que sufrió tras una conversación que tuvo con Steve Simon, CEO de la WTA, con respecto a la guerra. “Tuve una conversación con Simon y me quedé totalmente en shock por lo que escuché. Me dijo que él personalmente no apoya la guerra, pero que sí hay tenistas de Rusia y Bielorrusia que la apoyan”, dijo al sitio Big Tennis Ukraine.

Con prácticamente todo el circuito por delante, parece que la tensión en el 2023 será lo usual en los circuitos de tenis. La ATP y la WTA todavía no encontraron la forma de contentar a sus jugadores y su mayor desafío, además de los Grand Slam y Masters 1000, será en agosto, cuando se dispute el WTA 250 en Varsovia, Polonia, país de la región del conflicto.

 

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