Entre el fútbol y el atentado contra los derechos de mujeres y personas LGBT+

Faltan 100 días para que se inicie la Copa Mundial de la FIFA 2022 en Qatar y la ilusión en relación a lo que pueda ocurrir con la Selección Argentina de Lionel Messi crece cada día más. La presentación de la nueva indumentaria, el firme paso de la “Scaloneta” y el título conseguido durante la Copa América pasada ayudan a que el ambiente de cara al Mundial tenga en vilo a millones de personas. Pero en el medio, detrás de lo deportivo y del delirio albiceleste, Qatar sigue generando dudas y atentando fuertemente contra los derechos de mujeres y diversidades.

Los derechos humanos de las mujeres en el mundo árabe-islámico volvieron a estar bajo la lupa cuando, a principios de abril pasado, no se permitió la asistencia de mujeres al partido de Irán vs. Líbano para clasificar al Mundial que se disputará en noviembre próximo. Muchos opositores y ONGs pidieron a la FIFA que sancione al país local y a su vez, impida su participación en la Copa del Mundo a causa de este hecho. Cerca de 2.000 mujeres que habían comprado entradas, no pudieron entrar por la prohibición de la seguridad e incluso las dispersaron con gases lacrimógenos.

Pero, ¿qué pasa en Qatar? Las autoridades qataríes se jactan de ser “un poco más liberales” en relación a las otras naciones del mundo islámico. “En Qatar no tenemos restricciones sobre el acceso de las mujeres a los estadios, asisten a los partidos desde hace mucho tiempo”, sostuvo Nasser Al Khater, secretario general adjunto del Comité de Organización del Mundial. Mientras que también indicó que hay “muchas mujeres que trabajan en el proyecto” y que “todas ellas están desempeñando su papel para garantizar que podamos celebrar un torneo increíble este año”.

Fatma Ali Al Nuaimi, directora ejecutiva de comunicación del Comité Supremo para la Entrega y el Legado (SC), es uno de los principales ejemplo. Es la encargada de proporcionar la infraestructura y las operaciones para la Copa del Mundo. “Qatar es una sociedad moderna y abierta, en la que las mujeres desempeñan un enorme papel en la vida familiar y profesional, ya sea en los negocios, la política, la cultura, las artes y por supuesto, el deporte”, aseguró en diálogo con el portal AS.

Pero no todo es color de rosas como parece, o como intentan pintarlo desde el país organizador. Desde mediados del siglo XIX, cuando ocurrió la independencia de Qatar (1971), se instaló un sistema político que consiste en una monarquía absoluta ocupada por la familia Al Thani. El Emir del Estado de Qatar es el monarca y jefe de Estado de dicho país, así como también el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y principal garante de la Constitución. Actualmente y desde junio del 2013 es Tamim bin Hamad Al Thani quien ocupa dicho cargo, con un poder considerable.

Más allá de las reformas gubernamentales, las mujeres y las personas que integran la comunidad LGBTI+ continúan sufriendo discriminaciones ante la ley y también en la práctica. “Las mujeres tienen un margen muy limitado para defenderse y actuar por sus derechos en Qatar. Cuando lo hacen, en las calles o en las redes, enfrentan intimidaciones y agresiones por parte de la sociedad y de las autoridades”, cuenta a El Destape Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina. Es decir, si bien se habla de una mayor “libertad”, la Ley de Familia en el país discrimina a las mujeres en el matrimonio, el divorsio, la custodia de sus hijos/as y su herencia.

En lo que refiere a las primeras todavía rige el sistema de tutela masculina a partir del cual las mujeres están ligadas a un varón -habitualmente padre o hermano, abuelo o tío y en el caso de estar casadas, esposo-. Al mismo tiempo, siguen necesitando permiso de su tutor para tomar decisiones como casarse, estudiar en el extranjero con becas públicas, trabajar en puestos de gobierno, viajar o recibir algunos servicios de salud reproductiva. Y como si esto fuera poco, la legislación discrimina a las mujeres dificultando el divorcio mientras que aquellas que lo logran, no pueden ejercer la tutela principal de sus hijos e hijas aunque tengan la custodia legal. Es decir que las restricciones, muchas veces, también violan y atentan contra lo establecido en la propia constitución del país y el derecho internacional.

Desde Amnistía resaltan que en el caso de que no obedezca a su marido -si trabaja o viaja sin permiso o si se niega a tener relaciones sexuales con él “sin una razón legítima”- puede perder el apoyo financiero. “Los hombres tienen derecho unilateral al divorcio, mientras que las mujeres deben solicitar el divorcio ante los tribunales por motivos limitados. Según las disposiciones de herencia, las hermanas reciben la mitad de la cantidad que reciben sus hermanos. Esto impacta en la vida de niñas y mujeres”, suman.

En medio de esto, seis mujeres fueron designadas por la FIFA para arbitrar el Mundial de Qatar. Ellas son: Stephanie Frappart (francesa que arbitró la Supercopa de Europa entre Liverpool y Chelsea, en 2019), Salima Mukasanga (Ruanda), Yoshimi Yamashita (Japón), Neuza Back (Brasil), Karen Díaz Medina (México) y Kathryn Nesbitt (Estados Unidos). Algo que lógicamente contrasta con las historias, posibilidades y derechos que atraviesan al género en dicho territorio.

¿Qué ocurre con la comunidad LGBTIQ+?

En lo que refiere a los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales -es decir, a la comunidad LGBTI+-, el Código Penal de Qatar sigue tipificando las relaciones homosexuales entre hombres como un delito punible con hasta siete años de prisión. Su Art. 296 especifica los delitos de “conducir, instigar o seducir a un varón de cualquier manera para que cometa sodomía o disipación” e “inducir o seducir a un varón o a una mujer de cualquier manera para que cometa acciones ilegales o inmorales”.

Frente a este nuevo ataque contra los derechos humanos, Belski sostiene: “El gobierno qatarí debe derogar ese artículo y todas las demás leyes que penalizan las relaciones sexuales consentidas fuera del matrimonio”. Y añade: “La libertad de expresión y la no-discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género deben estar garantizadas para todas las personas”.

“Amnistía Internacional viene advirtiendo sobre la necesidad de que Qatar tome medidas urgentes y concretas para hacer cumplir de forma efectiva los derechos humanos, adecuando su marco normativo para que sea respetuoso de los derechos humanos y asegurándose de que las reformas realzadas efectivamente se cumplen”, sostienen. Mientras que agregan: “Creemos que es fundamental amplificar las voces de quienes están viendo sus derechos vulnerados en Qatar y exponer los abusos para luego ejercer presión sobre las autoridades qataríes y lograr que se tomen las medidas necesarias para proteger los derechos humanos de todas las personas”.

Por otra parte, remarcan la importancia de que Estados y la Comunidad Internacional planteen sus preocupaciones en los diferentes espacios multilaterales. “Qatar debe adecuar su legislación para que sea respetuosa de los derechos humanos y asegurarse de hacerla cumplir. Además, el gobierno debe asegurarse de que quienes cometen abusos rindan cuentas”, concluyen.

Derechos violentados en Qatar

Paola Schietekat es una economista conductual, licenciada en RRII y Antropología por la Universidad Americana de Kuwait y maestra en políticas públicas por la Universidad de Oxford. Su nombre tal vez es algo desconocido pero hace un tiempo su historia resonó en todo el mundo. La joven mexicana trabajaba en Doha, capital de Qatar, en el Supreme Committee for Delivery and Legacy (entidad responsable de la organización del Mundial de Qatar) cuando denunció una violación en dicho territorio.

En el Art. 281 del Código Penal de dicho país, se establece que las relaciones sexuales consensuadas fuera del matrimonio se castigan con hasta siete años de prisión por ambas partes (si las personas infractoras, además, son musulmanas, se le pueden agregar hasta 100 latigazos). Una violación está penada apenas dos artículos antes que en lo que refiere a las relaciones extramaritales. No obstante, en caso de no poder comprobarse la violación, la denuncia en sí se convierte en una admisión de haber sostenido relaciones extramaritales.

Tras documentar lo ocurrido, se presentó ante las autoridades y denunció el hecho. “Fueron tres horas de interrogatorio en árabe, y en cierto punto me exigieron una prueba de virginidad. Por alguna razón, yo había pasado a ser la acusada”, cuenta en sus redes sociales. El agresor -un conocido de la joven- se “defendió” de la acusación diciendo que ella era su novia. Y por eso, le pidieron su teléfono para verificar que no había una relación romántica entre ambos. “De un momento a otro, mi denuncia ya no importaba, todo se centró en la relación extramarital”, dijo. Al final, tuve que entregar mi teléfono, desbloqueado, a las autoridades, si no quería ir presa.

Si bien el Supreme Committee la ayudó a salir del país mientras que ella grabó testimonios y los envió a Human Rights Watch para que publicaran su caso si la arrestaban. Ya en México, recibió el expediente donde se omitían todas las faltas cometidas por las autoridades qataríes y su agresor fue absuelto del cargo de agresión porque a pesar del informe médico “no había cámaras que apunten directamente a la puerta del departamento, así que no había forma de constatar que la agresión sucedió”. Por otro lado, los cargos por tener una relación fuera del matrimonio siguen vigentes; razón por la cual, se le impide volver a Qatar. Su abogada y representante legal le dieron una única solución: casarse con él para cerrar el caso.

En febrero del 2020, el grupo de rock libanés Mashrou Leila, cuyo cantante es abiertamente gay, anuló una actuación en el campus de Doha de la Universidad del Noroeste por “problemas de seguridad” a raíz de una reacción violenta homófoba online. “Si un aficionado ondea una bandera LGBT+ y yo se la quito, no es porque yo realmente lo quiera, que en verdad se la quiera quitar e insultarlo, sino más bien busco protegerlo“, dijo hace unos meses el mayor general de la policía, Abdulaziz Abdullah Al Ansari, en diálogo con Agencia AP.

“Yo no, pero alguien más cerca podría agredirlo. Yo no puedo garantizar el comportamiento de toda la gente”, sostuvo. En la misma línea, le habló directamente a al comunidad LGBT+ y manifestó: “Reserven la habitación juntos, duermen juntos, eso es algo que no nos incumbe. Nosotros estamos aquí para organizar el torneo, no podemos cambiar las leyes… Uno no puede cambiar la religión durante 28 días de la Copa del Mundo”.

Es importante resaltar que ninguna autoridad declaró que quien lleve la bandera de la comunidad será arrestado por varios años pero la máxima autoridad, Nasser Al-Khater, rechazó “las manifestaciones de afecto públicas” ya que “están mal vistas” independientemente de la orientación sexual porque Qatar “es un país conservador” durante una entrevista para la cadena CNN

Desde la FIFA, a fines de junio pasado, el presidente Gianni Infantino sí se refirió a la comunidad LGTBIQ+. “Serán bienvenidos en Qatar pero tienen que respetar la cultura local. Si Qatar no diera la bienvenida a todos, no hubiera organizado el evento”, argumentó el italiano. Mientras tanto, durante el 2020, el organismo máximo del fútbol sostuvo que tanto las banderas como las camisetas con insignias de la comunidad serían aceptadas sin inconvenientes.

La pasividad ante las repetidas violaciones a los derechos humanos y la falta de una postura firme por parte de la comunidad internacional, se mantienen. En el medio, la tensión crece: las selecciones de Alemania, Holanda, Noruega y Dinamarca hicieron reclamos por las condiciones de trabajadores y los derechos violentados en el territorio qatarí. Como si esto fuera poco, las restricciones a la libertad de expresión aumentan durante el período previo al Mundial y nada indica que esto se detenga en los próximos meses.   Pocas garantías y mucha violencia en la previa de un Mundial que se acerca y entrega la última oportunidad para dejar de mirar para otro lado.

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