La muralla naranja

Sin que esté en la primera línea de los candidatos a ganar el Mundial de Qatar, sería un error considerar que Países Bajos nada tendrá para decir y mucho menos avanzar fase a fase y llegar lejos, puesto que dispone de un buen equipo y del mejor defensor del planeta: Virgil van Dijk.

El triple subcampeón del mundo venía de años aciagos que incluyeron una dolorosa ausencia en Rusia 2018, hasta que la Federación tomó una decisión radical que llegó a feliz término: tratar de convencer a Louis Van Gaal de declinar el retiro que había anunciado en 2017 y hacerse cargo de la Selección naranja.

Y así fue: de la mano del viejo zorro de 71 años y su pericia para amalgamar jugadores de edades y procedencias diversas volvieron los resultados positivos y la refundación de un respeto ganado desde la lejana “Naranja Mecánica” de Johan Cruyff y cía.

(Por cierto: sumados los tres ciclos de Van Gaal a cargo del representativo neerlandés, sus números son admirables: 38 victorias, 15 empates, seis derrotas y un porcentaje del 75% de los puntos disputados).

En ese contexto venturoso brilla Van Dijk, único defensor en la historia del fútbol que arañó el Balón de Oro: un verdadero monstruo.

Van Dijk nació el 8 de julio de 1991 en una zona tristemente célebre por la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial, Breda, en la Brabante Septentrional.

Hijo de un neerlandés y una oriunda de Surinam con sangre cantonesa, Virgil dio sus primeros pasos en la Academia de Willem II, donde alternaba como lateral derecho en las divisiones infantiles y lavaplatos en el bar del Club.

Pero esa experiencia terminó de manera abrupta cuando un señor con ínfulas de visionario, el gerente del Willem II, un tal Edwin Hermans, lo desestimó por juzgar que tenía “demasiadas limitaciones”.

Lejos de darse por derrotado, Van Dijt probó suerte en el Fútbol Club Groningen y debutó en Primera dos meses y una semana antes de cumplir 20 años.

Desde entonces, la carrera de este portento de 193 centímetros, 92 kilogramos y habilidades infrecuentes en futbolistas de esa talla se desarrolló en clave de flecha hacia arriba, reconocimiento y admiración.

Del FC Groningen pasó al al Celtic, del Celtic al Southampton y del Southampton al Liverpool, entretanto desde octubre de 2015 es líder, capitán y máxima estrella de su selección.

En Groningen jugó 66 partidos y anotó siete goles; en Celtic de Glasgow tuvo números de 115 y 15; en Southampton de 80 y siete y en Livepool, donde se desempeña desde diciembre de 2017, lleva 200 encuentros con 17 anotaciones.

Conste un dato relevante por sí mismo: Liverpool desembolsó por Van Dijk 75 millones de libras, con lo cual devino en el defensor mejor pagado en la historia de The Reds, por delante del francés Benjamin Mendy.

En materia de vueltas olímpicas su foja da cuenta de tres en el Celtic y siete en el Liverpool, con singular relieve en el extraordinario 2019 que incluyó la Champions League, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes. He ahí una cresta de la ola en la que Van Dijk resultó descomunal.

¿Cuáles son sus principales características? Gran juego aéreo en las dos áreas, implacable en el uno contra uno, tiempista certero, templado y aguerrido, pase al pie, prestancia y espléndida pegada: en Celtic solía convertir de tiro libre.

En pocas palabras, Van Dijk es poseedor de la pluma y de la lanza, que emplea según aconseja cada momento del partido, cada circunstancia: es un líder natural que predica con el ejemplo de su pasmosa calidad y de su severa presencia cuando las papas queman.

Esto dijo el mismísmo Lionel Messi de Virgil van Dijk: “Es bueno en muchas cosas. Pero me impresiona la forma en que sabe cuándo tiene que salir a presionar al delantero y cuándo no”.

Y? si Leo lo dice.

Con información de Télam

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