Marruecos, la sensación del Mundial: scouting, repatriados y amor a la bandera

Marruecos hizo historia. Se convirtió en la primera selección en cruzar el rubicón del fútbol africano y llegar a las semifinales. Su hazaña puede tener un capítulo más hoy, cuando enfrente a Francia, en un partido cargado de significado político y cultural. Que sea Marruecos no deja de ser sorpresivo: si se sigue la lógica del fútbol africano, mientras el norte árabe solía tener los mejores clubes, las selecciones fuertes eran subsaharianas. Sin embargo, desde hace unos años que esta tendencia está cambiando y los Leones del Atlas han dado el golpe sobre la mesa. Cómo llegaron a jugar este partido, el más importante del fútbol marroquí, sí, pero también del fútbol africano en general, merece su explicación. Así como el contexto sociocultural que rodea al mismo.

No exageramos al decir que hoy se jugará mas que un partido de fútbol. Marruecos (o una gran parte de su actual territorio) fue un protectorado francés desde 1912 hasta 1956. Y si bien la relación de Francia con Marruecos no es ni fue la que los europeos tuvieron con Argelia, el fútbol también jugó allí su partido. Por ejemplo, los dos clubes más importantes del país, el Raja y el Wydad en Casablanca, aunque con historias diferentes, surgieron como lugares de resistencia a la colonización francesa.

Si bien los vínculos diplomáticos post-coloniales entre Francia y Marruecos son, en general, mucho mas amigables, por fuera de las esferas estatales la situación es diferente. Se estima que más de un millón de marroquíes viven en Francia. Las comunidades africanas, entre ellas la diaspora marroquí, suelen ser los blancos principales de la xenofobia de una parte de la ciudadanía francesa. Esa tensión suele surgir en varios momentos. Por eso las fuerzas de seguridad están en alerta máxima por temor a incidentes como los que se produjeron en los festejos de la semana pasada, tras el triunfo contra España. En Marruecos mismo, en especial entre las capas medias o bajas de la sociedad, donde el árabe y el islamismo es mucho mas fuerte, la visión de Francia es completamente distinta. No sólo por asociarlas con el período colonizador, sino también con las elites locales, en muchos casos formadas y muy influidas por el país europeo. Por eso, más allá de quizás no tener las tensiones tan a flor de piel como en el caso del partido con España, es cierto que esta semifinal puede ser mucho más que el partido mas importante en la historia del fútbol africano, siempre según el ojo de quien lo mire.

Pero más allá de este encuentro, su importancia deportiva y su significado social, es claro que el fútbol marroquí está viviendo su época dorada. Y esa época dorada no es una casualidad, sino el fruto de un trabajo de más de una década de la federación que, quizás, a los ojos del mundo, ha estado pasando desapercibido.  Generalmente cuando se habla de proyectos y selecciones exitosas, la primera variable a juzgar es el entrenador y su tiempo en el cargo.

El camino de Marruecos ha sido sinuoso en ese sentido. Walid Regragui llega a la selección en septiembre. Su principal pergamino era ser el nombre del momento tras ganar la Champions africana con el Wydad meses atrás. Vahid Halilhodzic, quien dirigía a la selección en ese momento, había tenido roces con varios jugadores pero con uno en particular: Hakim Ziyech. El volante del Chelsea, descontento con el trato con el entrenador, renunció a la selección y dijo que no iba a jugar más hasta que este renunciara, llegando a perder incluso la Copa Africana de Naciones en enero de este año.

La federación instó en varias oportunidades al técnico bosnio para que enmiende las cosas. Para cuando finalmente intentó hacerlo, ya era muy tarde. Y a dos meses del mundial decidieron despedirlo. Walid Regragui fue nombrado y rápidamente cumplió su primer objetivo: hizo volver a Ziyech a la selección. Pero no sólo eso. “Halilhodzic había hecho un muy buen trabajo, pero la llegada de Regragui cambió el ambiente en el vestuario y lo volvió mucho mas amigable para con los jugadores”, nos dice Rachid Mamouni, periodista de la Agencia Marroquí de Noticias.

Con ese cambio de ánimos, Regragui se ganó a los jugadores e impuso un estilo que, si bien tiene continuidad con lo hecho anteriormente, también tiene sus propias virtudes: le ha cambiado la mentalidad a los jugadores. Como declaró el entrenador tras la victoria contra Portugal: “Le dije a los jugadores que si venían a jugar tres partidos y divertirse, no los iba a llamar”. Ese nivel de mentalidad es el que hace posible que los jugadores rindan en el nivel altísimo que están teniendo. Pero ese convencimiento, se da sobre la base de un sistema táctico que parece ideado para jugar la clase de partidos que disputa Marruecos en esta Copa del Mundo. Los movimientos defensivos están coordinados. El mediocampo a la hora de reagruparse y defender funciona de manera sincronizada y mecanizada. Los movimientos de salida con el balón son prolijos y los contraataques están también practicados. Regragui no es sólo un motivador, es un entrenador de fútbol que ya ha mostrado en el Wydad sus virtudes tácticas y la capacidad de plantear duelos eliminatorios de esta manera. Y que logró plasmar su estilo de juego en una selección en unos pocos meses, haciendo esto mucho más meritorio.

Si bien la elección del entrenador fue reciente, donde si se ve un proyecto mas a largo plazo es en la formación y captación de jugadores. Tanto los formados en el país, como los repatriados que nacieron en Europa. Si bien por obvios lazos culturales y flujos migratorios, la selección siempre tuvo presencia de jugadores nacidos en el continente europeo, dicha presencia solía estar limitada. A modo de ejemplo, en la Copa Africana de Naciones de 2008, cuando este giro copernicano comenzaba tímidamente a tomar forma, 17 de los 23 jugadores convocados habían nacido en Marruecos. A modo de contraste, de los 26 convocados para este mundial solo 12 han nacido en territorio marroquí. Y si bien el número puede parecer no tan significativo, el nivel de los jugadores también ha incrementado.

Hoy Marruecos cuenta con jugadores de primer nivel en varias líneas, algo que en otros momentos no pasaba. Para las selecciones africanas, poder contar con jugadores nacidos y criados en el fútbol europeo es vital para mejorar su nivel en las competiciones internacionales. A veces se piensa que para las federaciones es tan simple como buscar jugadores con ascendencia familiar y convocarlos. Nada más lejos que la realidad. Hacerlo suele implicar entrar en negociaciones con el jugador para poder convencerlo de la repatriación. Estas negociaciones suelen incluir diversos aspectos, dependiendo del futbolista y la federación: desde el dinero que cobra por su participación (y una eventual prima de ingreso abonada por debajo de la mesa en varios casos) hasta las instalaciones y lugares de entrenamiento o concentración de la selección. Pero más allá de eso, hay un factor vital: la competitividad de la selección. Una primera buena generación de futbolistas le puede abrir las puertas a la siguiente camada y hacer mucho más sencilla esa negociación. Hay excepciones que también sirven para dar este paso, como la de Achraf Hakimi, que decidió por su propia voluntad jugar para Marruecos. Pero incluso en ese caso, es trabajo de la Federación hacer lo posible para que el jugador sea convocado, juegue (es incontable la cantidad de jugadores que han tenido casi nulas apariciones con selecciones africanas por cuestiones no futbolísticas), y más importante aún, tenga un buen rendimiento.

Así la Federación Marroquí de Fútbol comenzó a inicios del 2010 lentamente comenzó a hacer un trabajo mas fuerte de “scouting” para repatriar a los jugadores nacidos en Europa. Y con un enfoque diferente: en vez de sólo buscar jugadores ya profesionales con pocas selecciones para la selección europea de origen, se buscó también nutrir a las divisiones formativas de futbolistas menores de 18 años jugando en clubes europeos. Así, en su única hasta ahora participación en un mundial sub 17, en 2013, Marruecos contó con futbolistas de las divisiones menores de equipos como el Borussia Dortmund, el Bayer Leverkusen, el Anderlecht o el Brugge, entre otros. De esa generación por ejemplo surgió Sofyan Amrabat, a quien convencieron de que juegue para Marruecos en vez de Países Bajos mientras terminaba de dar sus primeros pasos en el Utrecht. 

El otro gran aporte a la selección desde la Federación se da con la Academia Mohamed VI, fundada y financiada por el Rey de Marruecos (de allí el nombre) en 2009. Hasta ese momento, el país no tenía instalaciones de primer nivel para sus seleccionados, pero en lugar de solo hacer un gran predio, también se desarrolló un sistema de academias que busca captar el talento en distintas ciudades, en especial en las zonas de mayor vulnerabilidad social y en edades tan tempranas como los 13 años y formarlos allí.

En el complejo ubicado en Rabat, capital del reino, los jugadores no sólo entrenan aspectos futbolísticos, sino que estudian como en un colegio tradicional y viven allí. Luego, los mejores futbolistas irán siendo llevados a clubes europeos mediante acuerdos de scouting o convenios para terminar su formación. O a los clubes de la liga local como otro camino para seguir su carrera futbolística. El proyecto pagó con creces: Youssef En-Nesyri, el delantero titular y autor del gol ante Portugal, se formó allí, al igual que que Nayef Aguerd, el arquero suplente Ahmed Reda Tagnaouti y una de las revelaciones del mundial, el volante central Azzedine Ounahi. El éxito de este programa llevó en 2015 a que se abran distintas “sucursales” en otras ciudades como Agadir y Tangier. Y muestra que hay mucho trabajo que pueden hacer las federaciones africanas para desarrollar el enorme talento local que tienen allí y que por diversos motivos (principalmente socioeconómicos) no puede terminar de formarse. Esta vinculación entre el Estado y la Federación es clave, y altamente inusual para el fútbol africano, donde esa relación se limita a los cargos que se reparten en las federaciones. “Gracias a estas inversiones, muchas de ellas directamente hechas por el Rey Mohammed VI, se ha dotado al Reino con una infraestructura deportiva de gran calidad y eso se ve no sólo en la selección, sino también en el crecimiento de los clubes”, nos dice el periodista Hicham Lakhal.

Esto se aprecia si tenemos una visión un poco más amplia. Ahí se ve que el gran momento futbolístico de Marruecos va más allá de este mundial. Repasemos: el Wydad Casablanca (dirigido por Regragui en ese momento) es el actual campeón de la Champions Africana. El RS Berkane, campeón de la Copa Confederación, el segundo torneo continental. La selección con jugadores de la liga local es bicampeona actual del Campeonato Africano de Naciones. La selección femenina es actual campeona africana y está clasificada por primera vez al mundial de 2023. Y el éxito marroquí se mide en también en los lugares poder. El rol que tiene en el fútbol africano el actual presidente de la federación, Fowzi Lekjaa (quien también ostenta un cargo ejectuivo en el Estado marroquí como ministro delegado del presupuesto en el Ministerio de Finanzas), es importantísimo. Al punto tal de que para muchos conocedores de ese mundillo interno, es el “presidente en ejercicio” de la Confederación Africana de Fútbol.

Si bien su rol oficial como miembro del comité ejecutivo de la CAF puede parecer menor, su impronta en la organización y en la gestión diaria de los quehaceres del fútbol africano es notoria. Y esto se aprecia en muchas decisiones, algunas incluso con polémica. Durante la pandemia, Marruecos fue casi la sede unánime para muchísimos partidos que debían jugarse en terreno neutral. Mas polémica fue la decisión de la CAF de hacer jugar la final de la Champions africana entre el Wydad y el Al-Ahly egipcio, supuestamente en sede neutral, en el mismo estadio donde los marroquíes hacen de local en Casablanca. Se ha dicho que los arbitrajes suelen favorecer a los equipos marroquíes por sobre otros (aunque, en el fútbol africano, esta es una acusación que la hacen todos sobre todos, y tienen un poco de razón al mismo tiempo). ¿Cómo sucedió? Lo cierto es que los clubes mas fuertes suelen estar en el norte africano, con lo cual en la interna diaria de la CAF siempre han tenido mucho peso. Egipto ostentaba ese lugar de poder central, pero desde la tragedia de Port-Said en 2014 y en una estructura política donde el fútbol depende mucho de los gobiernos de turno, la inestabilidad política fue quitando ese lugar de centralidad. Marruecos vio ahí un vacío de poder y tomó su lugar antes que el resto.

Cuando finalmente mañana el árbitro César Ramos de inicio al partido, Marruecos jugará no sólo representando a su pueblo, uno de los más futboleros en África. También representará a un continente entero y a toda la región árabe. Esa presión no es menor ante una Francia que, significados históricos aparte, a cada paso que da más se afirma como una de las grandes candidatas. Sin embargo, mientras ruede la pelota, se podrá recordar cómo se llegó hasta aquí y todo lo que rodea a un partido de fútbol. Luego el destino dará su veredicto

 

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