Mundial Qatar 2022: lo qué se vive atrás del show del fútbol

A partir de hoy, y hasta el 18 de diciembre, la atención de todo el globo estará mayormente puesta en lo que acontece en la Copa Mundial de Fútbol Masculino Qatar 2022.  Durante un mes cada cuatro años el fútbol se vuelve un territorio real o simbólico a nivel planetario, con un lenguaje en común y una suerte de puente de entendimiento entre 32 países participantes y miles de millones de personas que ven atravesadas sus vidas por completo. En relación al mundial los pueblos y naciones producen imaginarios, símbolos, historias, mitos y héroes porque, además de una competencia deportiva y un negocio en múltiples dimensiones, resulta ser un hecho social, cultural, y performático.

En primer lugar es necesario entender que este Campeonato tiene características que lo hacen diferente al resto, por el lugar elegido, y lo vuelven un terreno extremadamente cargado de teatralidad, política narrativa, ficción e intereses: es la primera vez en la historia que un mundial se realiza en Medio Oriente. Tal es el poder de este pequeño territorio sin tradición futbolística que logró ganarle a Estados Unidos y a Israel en la selección de la sede y consiguió el cambio de fecha de realización, que se pasó de junio a noviembre, porque la temperatura de la región durante el verano fácilmente puede alcanzar los 45 o 50°C. Y un detalle no menor: sin ser un país futbolero, fue el fondo Qatar Sports Investments (QSI) el que en 2011 se adueñó del París Saint-Germain.

La Copa del Mundo conjuga en su interior capas de contradicciones, complejidades, espacios y silencios. Por eso al tiempo que se desarrolla y una parte de la dinámica se vuelve espectáculo y colores, hay otros segmentos que quedan por debajo de la alfombra verde. Resulta entonces una buena oportunidad para correr algunos velos y observar, en la vida real y detrás de las pantallas, cómo funciona la sociedad en Qatar, cuál es el peso de la religión y las tradiciones, cómo se constituye el modelo político y económico, qué pasa con las violaciones a los derechos humanos y cómo viven allí las mujeres y minorías sexuales.

La construcción del poder económico y la paz social

Qatar es un pequeño país de la península arábiga con una población de 2.930.524 personas. El 75% de los habitantes son inmigrantes, por lo que tiene una renta per cápita de US$ 94.000, una de las más altas del mundo, para sus 300 mil cataríes. Además cuenta con el 13% de las reservas de petróleo a nivel planetario y la tercera mayor reserva mundial de gas natural. No casualmente allí Estados Unidos posee una base militar, la más grande de Medio Oriente. Hoy en día, en una clara muestra de opulencia, en Qatar están presentes todas las marcas más prestigiosas y exclusivas del mundo como Chanel, Gucci o Balenciaga.

Belén Torchiaro es Politóloga Musulmana y militante del Feminismo interseccional. Desde España, donde está realizando un Master en estudios islámicos en el Mundo árabe, explica que el Estado Qatarí es muy joven y su constitución data de 2003. “Es un país que fue un punto comercial del colonialismo británico. Si ves cómo están divididos los mapas, te das cuenta que las fronteras no son naturales, están hechas con escuadra por los británicos a mediados de siglo”.

Qatar ganó su independencia en 1971 y desde entonces es una monarquía absoluta gobernada por la familia Al Thani. El proceso de descolonialización no fue el resultado de una revolución o un debate político, sino de grandes acuerdos económicos con la burguesía local por la administración de la industria del petróleo, en principio con Inglaterra y posteriormente en Estados Unidos.

Es en este sentido que la politóloga explica que la paz social en dicho país está garantizada por el sistema de control pero también por el factor económico, el superávit fiscal y los índice de ingresos altísimos por ciudadano: “La sociedad qatarí es muy pequeña y es mucho más fácil de gestionar que otros países del Golfo como Arabia Saudita o Emiratos Árabes. No hay partidos políticos, ni participación política, ni manifestaciones públicas, como las entendemos nosotros. La paz social está dada por el bienestar económico. El Estado catarí se organiza a través de los arreglos económicos y financieros con las grandes familias. Lo que se busca es una diplomacia blanda a través de acuerdos, entonces es versátil el modo de gestionar”.

“Pero al mismo tiempo, al ser un país con tanto dinero necesita mano de obra. Por eso el 75% de la población es inmigrante de países limítrofes, Bangladesh, Pakistán. En Qatar reciben mano de obra a través de un sistema muy complejo llamado  Kafala, en donde las empresas y los grandes capitales se aprovechan la falta de regulación que hay sobre los derechos humanos y laborales. EUA y Europa hacen en Qatar lo que no pueden hacer en sus propios territorios”.

La violación a los derechos Humanos

La politóloga y periodista de Internacionales María Constanza Costa señala que las principales denuncias en Qatar tienen que ver con las condiciones de semi esclavitud a las cuales se somete a los trabajadores migrantes a través de un sistema tradicional que se llama Kafala: “los trabajadores muchas veces son sometidos a condiciones laborales inhumanas como jornadas de 18 horas con 50° de temperatura, condiciones habitacionales insalubres, etc. Los empleadores retienen los pasaportes de los trabajadores, les prohíben cambiar de trabajo y los amenazan con dejarlos en una condición de irregularidad migratoria si no aceptan las condiciones semi esclavas”.

En el marco de la puesta en marcha del Mundial se calcula que perdieron la vida alrededor de 6.5000 trabajadores, procedentes de Nepal, Sri Lanka, India, Pakistán y Bangladesh. Organismos de derechos humanos han denunciado en varias oportunidades las violaciones en dicho país y Amnistía Internacional ha llegado informar más de 15 mil víctimas fatales. “El negocio del mundial está por encima de la vida de los trabajadores migrantes, por eso es que está información casi no trasciende”, advierte Costa.

Por su parte Belén entiende que, tanto en la prensa argentina como la prensa internacional, prima un paradigma orientalista y etnocentrista que es una mirada sesgada y racista desde el mundo occidental: “es un punto de vista desde donde se mira esa otredad como lo bárbaro, como justamente una otredad y no como parte de la diversidad. Eso está cargado de islamofobia y racismo, y es importante cuando se hacen las críticas tener una mirada interseccional y abarcar la multiplicidad de sentidos que tiene el mundo árabe islámico, y cuáles son los principios ordenadores de estas sociedades”. Desde esta posición entiende que una cosa son las violaciones a los derechos humanos, que se denuncian en todo el mundo, y otra cosa es todo lo referido al orientalismo.

“Siempre parece que si el Mundial se hacen en un lugar que no es blanco o europeo, se pone en tela de juicio. Lo que no dicen es que los sistemas de contrato dependen de los grandes capitales que invierten en estos eventos que son mayormente europeos y norteamericanos. Alrededor del mundial, que mueve millones y millones, van a suceder un montón de cosas y más que nada en lugares donde las legislaciones lo permiten”, explica la especialista.

El poder de la religión y las tradiciones del Islam

Qatar, como todo país del golfo, tiene un modo de doctrina islámica diferente a otras naciones que surge de la Sharía, que es el modo de interpretación de las reglas fundamentadas en el Corán , el libro religioso del Islam: “El código de vestimenta por ejemplo es distinto a Irán, a Turquía o a Malasia. El Islam tiene dos fuentes: el Corán y los Hadices del profeta. Pero esas son solo las fuentes, porque la Sharía es letra muerta. Lo que si se mueve es la interpretación por las escuelas o versiones del Islam. Si bien la doctrina es una sola , lo que hay son diferentes interpretaciones”, expone Belén.

Al mismo tiempo Qatar cuenta con una Constitución que fue votada y aprobada en 2003 por el 96,6% de los votantes. Se trató de un proceso político de acercamiento a un sistema democrático en el contexto de un Estado regido por una monarquía absoluta hace décadas.

La complejidad de la dinámica social de Qatar tiene que ver con la convivencia de diferentes fuentes de autoridad, tradiciones, mandatos y legislaciones. Según Torchiaro “se combinan la Sharía, las leyes de la propia cultura devenidas de la historia, y las leyes foráneas que son de la época colonial. Y en ese marco las cuestiones de la doctrina religiosa están vinculadas a derechos de familia, herencia, adopción, divorcios, cuestiones morales. Mientras que lo que es derecho comercial está vinculado a leyes foráneas de la época colonial”.

Sobre esto la periodista de Internacionales Costa detalla que en Qatar el sistema político es la Shura, un órgano legislativo consultivo que cuenta con 45 miembros, de los cuales 15 son designados por el Emir: “este órgano se ocupa de proponer las leyes, aprobar el presupuesto e interpelar a los ministros. Pero lo paradójico es que el Emir cuenta con poder de veto, por el cual siempre se reserva de decisión última, como una forma de concentrar el poder. Es además jefe de Estado y comandante de las Fuerzas Armadas. Los partidos políticos, los sindicatos, y otras formas de organización de la sociedad civil están prohibidos. Aunque la Constitución prevé la libertad de expresión y de asociación”.

Al ser un Emirato, Qatar es una monarquía absolutista y el gobierno tiene control sobre todos los ciudadanos. Están prohibidas la organización política popular, los partidos políticos, los sindicatos, las manifestaciones en la calle, tomar alcohol, las apuestas, la homosexualidad , besarse o abrazarse en público, fumar o vapear en espacios públicos, el sexo fuera del matrimonio, los cigarrillos electrónicos, entre otras cosas. Además son muy estrictos en lo que respecta a los códigos de vestimenta, está prohibido usar ropa que deje a la vista hombros o rodillas, y para controlar que se cumplan las estrictas normas morales del Islam existe la figura de policía de la moral, que patrulla el espacio público. Si bien durante el Mundial se flexibilizará levemente el control para los turistas y extranjeros, se emitieron una serie de recomendaciones para evitar detenciones.

María Constanza Costa analiza que si bien se espera que el mundial sea un punto de inflexión y cierta apertura, el régimen se ha mantenido firme en su relato conservador: “basta con escuchar las declaraciones de algunos miembros del comité organizador sobre la comunidad LGTBI, o las advertencias a los visitantes extranjeros sobre las penas que pueden conllevar transgredir las normas vinculadas con la conducta en el espacio público”.

“Creo que hay cuestiones que tienen que ver con los derechos humanos que trascienden la ‘occidentalidad’, cuestiones como la libertad de movimiento, la libertad para vivir la identidad de género y la libertad sexual, poder trabajar, estudiar etc.., en definitiva, poder decidir sobre la propia vida, son cuestiones que son valores universales. No obstante, la defensa de estos derechos no tiene que servir como excusa para tratar de atacar otros países, o para tratar de “salvar” a las mujeres de estas sociedades desde una supuesta superioridad moral. Creo que la denuncia de determinadas condiciones de opresión, solidarizarse dando a conocer al mundo las formas en que el patriarcado oprime en los países de Medio Oriente y el Golfo, me parece que es una forma de ayudar a estos movimientos de lucha”, concluye la periodista internacional.

La situación de las mujeres y su minoría de edad

En Qatar el peso de lo cultural funciona como una herramienta de dominación política y patriarcal, ya que si bien la constitución de 2003 establece la igualdad de género, esta no existe en la realidad. Por el contrario allí funciona un sistema de Tutelaje, enraizado en las costumbres, que controla la mayoría de los aspectos de la vida da las mujeres. El tutor puede ser el padre, el hermano, un tío, abuelo, y en el caso que la mujer se casara, el marido. Cualquier varón de la familia ejerce poder sobre la vida de las mujeres. “Este sistema incluso contradice la ley de familia que dice que la tutela termina cuando una mujer cumple los 18 años. Pero el problema es que no hay un cuerpo legal único – explica Costa – Esto tiene implicancias en la vida cotidiana . Es una minoría de edad permanente que reduce a las mujeres a ser ciudadanas de segunda”.

El sistema de tutelaje establece que las mujeres necesitan la autorización de los varones para tomar decisiones clave de su vidas  como casarse, estudiar, viajar, trabajar, o recibir atención médica. Pero además contempla limitaciones en relación a la custodia de hijas e hijos, las herencias y el divorcio. Por ejemplo hay leyes de familia que indican que si muere el padre, la mujer hereda la mitad que sus hermanos los varones. En este mismo sentido, los varones pueden pedir el divorcio de forma unilateral, mientras que las mujeres solo tienen una serie de posibilidades, y si son madres y no llegan a cerrar un acuerdo con su ex pareja, pierden la tenencia de los hijos.

“Las mujeres viven una larga presión social y cultural para que se mantengan los roles de género – indica Costa – muchas veces, a pesar de las transformaciones en la legislación, persisten cuestiones supuestamente culturales, pero que en realidad son utilizadas como argumentos de dominación. En el caso de las mujeres es claro, muchas veces la legislación que las favorece no es aplicada, poniendo como argumento el peso de la cultura y la tradición que presiona para que se mantengan en los roles tradicionales de género, fuera del espacio público”. Hasta enero del 2020, por ejemplo, las mujeres tampoco podían conducir. Esta prohibición se levantó pero igual en la práctica los varones pueden objetar o peticionar que se les retire la licencia o que directamente no se les otorgue.

“La tutela masculina refuerza el poder y el control que los hombres tienen sobre la vida y la posibilidad de elegir de las mujeres. Esto legitima muchas veces entornos de violencia, al ser el hombre el que tiene la última palabra. Se deja a las mujeres casi sin opciones reales para escapar del abuso de sus familias o de sus esposos en caso de que estén casadas”, indica María Constanza.

De hecho en medio de la pandemia se observó un fenómeno por el cual las mujeres cataríes lograban huir de estos sistemas opresivos, a través del uso de las aplicaciones de permisos en el teléfono de los varones tutores, salían de la frontera y pedían asilo en el extranjero. “El caso más conocido es el de Noof Al Maadeed que habilitó su permiso de salida utilizando la aplicación del gobierno desde el teléfono de su papá sin que este supiera. A partir de este caso se endurecieron los controles y se empezó a detener a las mujeres menores de 25 años que tenían permisos de salida válidos, así como a las mujeres mayores de 25 años, que no deberían requerir dicho permiso según las reglas actuales de Qatar”.

La resistencia de las mujeres y el rol del feminismo internacional

En 1997 Qatar se convirtió en el primer país entre los miembros del CCEAG en permitir el voto de las mujeres y la posibilidad de ser votadas. Entre 2007 y 2019 , las mujeres en acudir a las urnas pasaron del 37 a 71% . Además actualmente el 12% de las empresas tienen mujeres en cargos de dirección. En 2003, la abogada Sheikha Yousef Hasan al-Jufairi se convirtió en la primera mujer electa como concejal, y por otro lado ese mismo año Sheikha Ahmed al-Mahmoud fue nombrada como titular del Ministerio de Educación y Educación Superior donde permaneció en el cargo hasta el año 2009.

Es que en estas últimas décadas la mujeres han logrado grandes conquistas, sobre todo en áreas como la educación y formación académica. Sin embargo todos las normas oficiales de tutela limitan todos los días su capacidad de llevar adelante vidas plenas, productivas e independientes. “No hay en Qatar un movimiento de mujeres organizados como sí existe en otros países de la región, como Arabia Saudita, donde las mujeres han logrado una reforma del sistema de tutelaje que mejoró un poco su situación – advierte Costa – pero a pesar de no contar con organizaciones independientes que defiendan los derechos de las mujeres, la cataríes han llevado a cabo algunas acciones en redes sociales pidiendo el fin del sistema de tutelaje. Generalmente lo hacen desde cuentas anónimas que son detectadas y dadas de baja por el gobierno que tiene un gran aparato de ciber vigilancia. Al igual que en el resto de la región, las nuevas generaciones van a ir organizándose en torno a demandas de mayor libertad”.

Ambas especialistas coinciden que desde el feminismo internacional no corresponde señalar a las mujeres como víctimas y acudir a la narrativa de la salvación, sino comprender la complejidad del caso y acompañar la experiencia de las mujeres desde el respeto a la diversidad cultural. Como recuerda Belén: “una de las excusas para invadir Irak fue que había que salvar a las mujeres iraquíes de la amenaza política y de la violencia. Esa es una excusa racista del cuerpo jurídico e ideológico norteamericano para una invasión. Cuando sabemos que a Estados Unidos no le importaban las mujeres iraquíes. Esa mirada significa instrumentalizar a las mujeres, hacer un lavado de imagen. El movimiento feminista antirracista e interseccional tiene que correrse de esos discursos y narrativas occidentales, orientalistas, de ‘salvar a las mujeres musulmanas’, y debemos pensar a esas sociedades desde la mirada propia”.

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