Pese a las vallas, una marea albiceleste expresó su alegría en el Obelisco

El Obelisco, monumento icónico de la Ciudad de Buenos Aires, fue el epicentro de una fiesta popular por el pase de la Selección Argentina de fútbol a la final de la Copa del Mundo Qatar 2022. Pese al vallado y los detenidos por la Policía, una marea albiceleste expresó su alegría por el triunfo argentino.

El Obelisco, si bien fue el más masivo, no fue el único punto de encuentro de los festejos. Miles de personas salieron de sus casas y trabajos para colmar el cruce de las calles Corrientes y Callao, cuya circulación quedó bloqueada en ambas manos. Las vallas del Gobierno de la Ciudad, los semáforos, las torres de iluminación del Obelisco fueron usados como paravalanchas de una virtual tribuna argentina que celebró el triunfo de Lionel Messi y compañía a kilómetros de distancia de Buenos Aires.

“Y al Diego, desde el cielo lo podemos ver, con Don Diego y con la Tota, alentando a Lionel”; el nuevo himno que se sumó al cancionero albiceleste sonó en loop en el Obelisco y dentro de las estaciones de subte. Además, se cantaron las clásicas “el que no salta es un inglés” y “de la mano de Lio Messi, todos la vuelta vamos a dar”.

La marea de colores celeste y blanco, plasmada en banderas y camisetas, estuvo acompañada además de bombas de estruendo y mucha espuma de carnaval. En el catálogo de objetos que se comerciaron en el festejo, se encontraron banderas, cornetas y varios poster de Messi con su nuevo latiguillo: “¿Qué mirás, bobo?”. 

La alegría tuvo solo un corte cuando se reportó que la Policía de la Ciudad detuvo al menos a tres personas que exigieron que se retire el vallado instalado en la avenida Corrientes, para evitar que la concentración de gente se expanda a la zona de restaurantes y teatros. Según se indicó, las detenciones se dieron en una calle lateral al Obelisco y según lo informado por la fuerza de seguridad los hinchas “tiraron piedras” contra las rejas y no se utilizaron gases lacrimógenos ni balas de goma.

Decime que se siente

“Yo tengo 49 años, viví dos mundiales, el 78 y el 86, y esto para mí es una emoción grande, de la mano de Leo y Diego, que lo está acompañando”, dijo Claudio, que lleva sobre sus hombros a su hijo Ciro de 9 años, con su camiseta albiceleste. 

Si bien Ciro apenas era un bebé en la final de Brasil, al ser más grande, la del domingo sería como la la primera vez que puedan ver juntos a Argentina con la posibilidad de levantar la copa el domingo. “Es muy difícil de explicar con palabras”, expresó Claudio, feliz por la “alegría grande” que le están dando a los argentinos “esta selección hermosa y Scaloni”.

Mica es de Bahía Blanca y está feliz de estar en el Obelisco en pleno festejo argentino. “Yo soy bahiense y jamás me imaginé poder estar viviendo un mundial acá, así que para mí es felicidad absoluta”, manifestó, aunque reconoció que padeció el camino de la Selección a la final: “Si no se sufre, no sería Argentina”.

También de Bahía, Bruno contó que les adelantó a sus familiares que a Croacia había que hacerle dos goles en los 90 minutos. “Tengo mucha fe en el equipo, muy unidos como familia y creo que el domingo puede ser un día para la historia del fútbol argentino”, adelantó, con la confianza del acierto de hoy.

“Es una alegría inmensa. Felicito a Argentina por mostrarles cómo jugar al fútbol a los países europeos”, dijo Willy, que es peruano pero que hace cuarenta años que vive en la Argentina y que tiene a todos sus hijos nacidos en este suelo. “Es una hermandad inolvidable, todos los peruanos sienten este triunfo argentino como propio”, contó Valeria, también de Perú, que aunque se crió acá vive en Europa, pero vuelve siempre.

La aparición de un grupo de personas con una bandera de Bangladesh suscitó la ovación de los presentes, en agradecimiento a ese país que demostró su amor por la Argentina. También se ovacionó la aparición de un imitador de Diego Maradona (o simplemente un un hombre que se parecía mucho).

En el medio de los cánticos y la pirotecnia, dos nenes juegan a la pelota en plena 9 de Julio con ambas manos cortadas. Los dos con la camiseta del “10” de Argentina. Una muestra de que, como dice la canción, en la tierra de Diego y Lionel, en este suelo brota el fútbol.

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