FUTBOL – Estudiantes-Grêmio, la historia de una hazaña no consumada y otra caída dolorosa en la Libertadores

Los recuerdos de Estudiantes frente a Grêmio son antes que nada tristes, pero también forman parte de la identidad que exhibe orgullosa el club de La Plata. El conjunto gaúcho es un rival conocido contra el que Estudiantes ha sufrido, pero también frente al que ha forjado y elevado su carácter y personalidad. El martes a las 19.00, con transmisión en vivo de Star+, se vivirá un nuevo capítulo de esta historia en común.

Cuatro veces se enfrentaron en la CONMEBOL Libertadores. La primera en 1983 y la última en 2018. En ambas ocasiones, la alegría fue tricolor, aunque vale la pena diferenciar los sucesos porque tienen señas particulares propias.

Estudiantes-Gremio: A las puertas de una hazaña

Estudiantes llegó a la Libertadores 1983 después de coronarse en el Metropolitano del año anterior. Ya no estaba como entrenador Carlos Bilardo, quien había asumido en la Selección Argentina, pero el ciclo continuaba con un hombre de su confianza, Eduardo Luján Manera. Además, todavía estaban en el plantel los símbolos del campeón: José Luis Brown, Miguel Russo, José Ponce, Alejandro Sabella y Marcelo Trobbiani. A diferencia de otros grandes conjuntos del club, este era reconocido por su buen juego y su vocación de ataque.

Superó la primera fase tras ganarle de visitante en la última jornada a Ferro Carril Oeste. En semifinales (en aquel tiempo se formaban grupos de tres en esa instancia) enfrentó a Grêmio y a América de Cali. El cuadro brasileño venía de dejar en el camino al Flamengo de Zico, que había sido campeón de América y del mundo en 1981. Tenía un plantel de primer nivel, en el que se destacaban Hugo De León, Tita y Renato Gaúcho. Por su parte, América estaba en plena formación de aquel gran equipo que brilló en la segunda mitad de los ochenta.

En la primera jornada, el local ganó 2-1 en Porto Alegre un partido muy parejo, que recién se definió a cinco minutos del final gracias a un gol de Tarciso. Luego, ambos derrotaron a América en sus estadios y se midieron en la penúltima fecha, en La Plata. Un triunfo dejaba a Estudiantes a las puertas de la final. Aquel fue uno de los partidos más emocionantes de la historia de la Libertadores.

Antes del pitazo inicial, la temperatura en el campo de juego y en las tribunas era tan alta que resquebrajaba el cielo en el contraste con el gélido frío de las calles de la capital bonaerense en aquel julio. Antes del comienzo del encuentro, el árbitro uruguayo Luis da Rosa amonestó a Trobbiani por invasión al círculo central cuando estaba por sacar del medio Caio. Entonces, lo que había comenzado caliente, hirvió.

A los 31 minutos, Trobbiani cometió una infracción y recibió la segunda tarjeta amarilla. Todo Estudiantes fue a protestar y el juez oriental expulsó también a Ponce, a quien acusó de haberle dado un manotazo, aunque el propio jugador y todos sus compañeros aún hoy niegan el hecho. Al cuadro platense le gustan las paradas bravas, pero jugar la semifinal de la Libertadores con dos jugadores menos durante una hora es demasiado.

A pesar de todo, a los 35, Sergio Gurrieri tomó un balón en el área tras un centro de Sabella y abrió el marcador. El estadio explotó de felicidad y Estudiantes encontraba algo aún más valioso por lo que luchar. Sin embargo, en el final del primer tiempo, Osvaldo marcó el empate.

La segunda parte representaba un desafío mayúsculo para el conjunto dirigido por Manera. No solo por la inferioridad numérica, sino también por la jerarquía del rival y el envión que llevaba tras el 1-1. En esas virtudes se apoyó para conseguir un 3-1 parcial a los 20 minutos, gracias a los goles de César y Renato Gaúcho. Parecía todo liquidado, porque además tras los goles fueron expulsados Julián Camino y Hugo Tévez. O sea, era un partido de siete contra once. En cualquier escenario, no habría mucho más que decir, pero Estudiantes es Estudiantes por partidos como este.

Los últimos quince minutos fueron una exhibición de los siete jugadores argentinos que quedaban en la cancha. Estudiantes plantó a todo su módico equipo en el campo de Grêmio, que solo atinó a intentar dejar pasar los minutos. Aunque ese mísero argumento no le alcanzó para sostener la victoria. Gurrieri y Russo marcaron y se disputaron los minutos finales con el marcador 3-3. Según la crónica de El Gráfico, tras el tercer gol, Renato se acercó a Leandro y Casemiro y le puso cuatro dedos muy cerca de sus caras, como una forma de decirles a sus compañeros defensores: “con cuatro hombres menos se dejan hacer dos goles”.

El arco narrativo del arbitraje terminó donde había empezado: Da Rosa finalizó el partido a los 45 minutos exactos, sin agregar ni un segundo a pesar de la gran cantidad de detenciones que hubo. “No tengo ninguna duda, este señor (Luis Da Rosa) vino predispuesto, dirigió con total mala intención”, dijo Manera tras el partido. Imposible saber si tenía razón, pero lo que sí quedó en evidencia fue la hombría de su equipo, que quedó a un gol de, tal vez, la hazaña más grande de la historia de la Libertadores.

Los penales y otra derrota dolorosa para Estudiantes ante Gremio

Se volvieron a encontrar 25 años después, en octavos de final. Grêmio llegaba como el campeón defensor y como uno de los mejores de la fase de grupos. En tanto, Estudiantes había clasificado con lo justo por sobre Nacional con un plantel mucho más humilde que el de 1983. Sin embargo, la serie fue muy pareja y recién se definió por penales en Porto Alegre.

Ambos ganaron 2-1 su partido como local. En Quilmes (el estadio Uno estaba en obras), marcaron Francisco Apaolaza y Gastón Campi, mientras que descontó Walter Kannemann. En Brasil, Estudiantes aguantó el 1-1 que le daba el pasaje hasta el minuto final, cuando Alisson convirtió el gol que forzó la definición por penales. Allí, falló Fabián Noguera y el esfuerzo hecho por un equipo de menor presupuesto y jerarquía no alcanzó para superar al poderoso.

Esta vez es distinto. Grêmio llegará a La Plata en crisis, con dos derrotas en dos partidos de la Copa. En cambio, Estudiantes viene en ascenso: invicto en el plano internacional y clasificado a semifinales de la Copa de la Liga. Es la mejor oportunidad para tomarse una revancha histórica.

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