FUTBOL – Humberto Bravo: el gran goleador que le convirtió a Barcelona, el rival de Talleres en la Libertadores

Humberto Rafael Bravo, el icónico centrodelantero de Talleres de Córdoba de fines de la década del ’70 e inicios de la del ’80, convirtió el gol del equipo cordobés frente a Barcelona en un amistoso en 1977 que el conjunto ecuatoriano ganó 2-1 en Guayaquil, en el único antecedente entre estos dos clubes. Este miércoles 10 de abril se enfrentarán por primera vez de manera oficial, por la segunda fecha de la fase de grupos de la CONMEBOL Libertadores, en un partido que se podrá disfrutar en vivo por Star+ (solo para Sudamérica) desde las 23.00 (ARG y URU), 22.00 (CHI) y 21.00 (ECU, PER y COL).

“No me acuerdo ese gol en detalle, pero debe haber sido una jugada con el ‘Hacha’ Ludueña y el ‘Rana’ Valencia. Solíamos hacer muchas paredes con ellos dos en velocidad. Tocábamos la pelota entre los tres y generábamos muchas situaciones de gol en aquel equipo del ‘Maestro’ Rubén Bravo”, dijo el exatacante santiagueño de 72 años, en una entrevista telefónica con ESPN desde su casa en Barrio Jardín, a dos cuadras de la cancha de Talleres.

Ante la incertidumbre de cómo había sido la jugada del gol, Bravo se comunicó con sus excompañeros para intentar reconstruirlo y nos envió un audio por whatsapp: “El que se acuerda mejor es Ángel Bocanelli que me dice que él desbordó por derecha, tiró el centro, yo anticipé a los dos defensores por el medio y le pegué fuerte al arco”, relató el ‘Tigre’.

En ese partido jugó la ‘Pepona’ Reinaldi para ellos. Hacía mucho calor y había una humedad tremenda. Barcelona era un equipo que jugaba bien, pero nosotros deberíamos haber ganado porque erramos varios goles. Fue un buen espectáculo”, agregó Bravo.

Además de la derrota 2-1 en el estadio Modelo de Guayaquil, el 10 de agosto de 1977, en el que Stalino Sánchez y Joge Chica convirtieron para el local, Talleres disputó otros siete partidos en aquella gira por América. Después de jugar contra Barcelona, la T goleó 4-0 a Deportivo Quito y empató 2-2 contra LDU Portoviejo. También se enfrentó a la Selección de El Salvador, dos veces a la de Guatemala, a Peñarol y a Deportivo Junín de Perú. “En esa época hicimos giras por Europa, América y África. Ese equipo tenía muy buen nivel, jugábamos de memoria”, dijo Bravo mientras sus dos perros caniches se hacían notar con sus constantes ladridos.

En aquella gira hubo un acontecimiento que conmovió al fútbol argentino y, especialmente a los jugadores de Talleres. Antes del segundo encuentro contra Guatemala, el entrenador Rubén Bravo sufrió un ataque cardíaco durante un partido informal con sus jugadores y falleció ese mediodía del 24 de agosto. El amistoso internacional, programado para esa noche, no se canceló y el seleccionado centroamericano se impuso por 2-1 ante un conmocionado plantel de la T. “Fue tremendo, lo lamentamos mucho. El Maestro era como un padre para nosotros. Era un excelente entrenador y una gran persona”, recordó el goleador.

La Mona Jiménez y los cuatro goles de Humberto Bravo en el clásico contra Belgrano

“Apenas llegué a Talleres en 1975, tuve neumonía y estuve todo el año enfermo. Cuando asumió el ‘Maestro’ Bravo en 1976, ahí empecé a jugar y encajé perfecto en el equipo. Armábamos muchas jugadas con Ludueña y Valencia. Yo picaba hacia la izquierda y recibía los pases de ellos o les generaba espacios si el stopper me perseguía”, rememoró Bravo.

El 25 de mayo de 1976, en el inicio del Clausura de la Liga Cordobesa, Talleres venció 4-0 a Belgrano en el Gigante de Alberdi con cuatro goles de Humberto Bravo. “No la venía metiendo y la gente decía que el equipo necesitaba un ‘9’. Había convertido muchos en Reserva, pero me faltaba hacerlos en Primera. A partir de ese día todo cambió: me consolidé como titular, convertí muchos goles y ese fue el trampolín para que me convocaran a la Selección Argentina”, dijo el segundo goleador histórico de Talleres con 140 tantos, lista que encabeza Miguel ‘Wanora’ Romero con 163.

Ese póker de goles de Bravo tiene una anécdota muy particular, que el exdelantero detalló para ESPN: “La noche anterior al partido, después de la cena, salimos con algunos compañeros a tomar un café. Teníamos que estar de regreso en el hotel a las 11. Cuando estábamos volviendo, nos cruzamos con un grupo de pibes que estaban yendo a un baile en el que cantaba la ‘Mona’ Jiménez. Decidimos ir, alguien nos reconoció y la Mona dijo por el micrófono que estábamos ahí. ‘Se va a enterar todo el mundo’, pensé. Llegamos al hotel a las 12 y estaba todo el cuerpo técnico esperándonos. El técnico nos retó y tenía razón. Pero después del partido, a partir de los cuatro goles que metí, nos dijo que para el clásico siguiente nos iba a dejar la noche anterior libre para hacer lo que quisiéramos”.

Bravo, nacido en Añatuya, Santiago del Estero, comenzó su carrera en Independiente, pasó a Quilmes como parte de pago del pase de Daniel Bertoni al Rojo y luego lo dejaron libre. Allí apareció la oprtunidad de una prueba en Belgrano, a partir de las gestiones de su cuñado, fanático del Pirata, pero no lo contrataron. Intentó también en Instituto, en Universitario y en Racing de Córdoba, hasta que finalmente llegó a Talleres donde convenció a Ángel Labruna, técnico de la T en ese momento, con un par de goles en su primer entrenamiento.

Belgrano, que no lo quiso contratar, lo terminó sufriendo en aquel duelo de 1976 que quedó en la historia porque fue la única vez en la que un jugador de Talleres convirtió cuatro goles en un clásico.

La relación de Humberto Bravo con Maradona y la desilusión que los unió

El alto nivel que Bravo mostró en Talleres en 1976 y 1977 tuvo premio: el ‘Flaco’ César Luis Menotti lo convocó a la Selección Argentina. Allí, en las largas concentraciones y las giras de partidos, no solo mostró su entendimiento con el ‘Rana’ José Daniel Valencia y el ‘Hacha’ Luis Antonio Ludueña, sino que forjó una relación futbolística y de amistad con Diego Armando Maradona, el más joven de aquel plantel que se preparaba para el Mundial de 1978.

Cuando Menotti estaba por definir la lista de 22 mundialistas, los rumores alrededor de la desafectación de Maradona crecían. “Se decía que Dieguito no estaba preparado para jugar un Mundial a los 17 años y que lo iban a dejar afuera”, recordó Bravo. “Yo lo tuve muy cerca, nos tocó compartir muchos partidos y entrenamientos, y era extraordinario. Nunca vi un jugador como él”, completó.

La calidad de Diego fue insuficiente para formar parte del plantel. Menotti privilegió contar con jugadores más experimentados. Bravo fue otro de los desafectados, junto con Víctor Bottaniz. “Fue muy duro para mí después de haber estado tres meses concentrado con la Selección. Era como una familia. Me sorprendió la decisión porque yo jugaba seguido y en el plantel solo había otro centrodelantero: Leopoldo Luque”, dijo Humberto.

La inesperada determinación de Menotti pudo haber significado el final de la carrera del goleador. “Pensé en dejar el fútbol porque mi sueño era jugar ese Mundial“, afirmó Bravo, con la voz entrecortada más de 45 años después de aquel momento.

La desilusión unió aún más a Bravo y Maradona. “Él y su papá me llevaron al aeropuerto para que volviera a Córdoba. ‘No te amargues, Bravito’, me dijo Diego. Y siguió: ‘El próximo Mundial lo vamos a jugar juntos’. Yo le respondí que para mí había sido la última chance, pero que él iba a estar en cuatro o cinco Mundiales”, recordó Humberto con emoción.

Bravo sumó más anécdotas con Diego: “Desde aquel momento triste de 1978, quedamos muy amigos. A él le gustaba venir a Córdoba de visita. Incluso me dijo que quería jugar en Talleres y yo le contesté que viniera, pero que no iba a tener lugar en el equipo titular porque Ludueña, Valencia y yo no íbamos a salir. ‘Si hace falta juego de wing derecho’, me replicó Maradona”.

Con ese vínculo de amistad que los unía, Diego le pidió un favor a Humberto en 1981 cuando Boca y Ferro peleaban el campeonato Metropolitano. Así lo evocó Bravo, quien había emigrado a París FC, en donde jugó un año, y ya estaba de regreso en Talleres: “Me llamó y me dijo que le hiciéramos fuerza a Ferro, al que enfrentábamos cuatro fechas antes del final del torneo, para que ellos pudieran superarlo en la tabla y después ser campeones. Le respondí que no se preocupara porque nosotros necesitábamos ganar para que no nos alcanzara San Lorenzo, con el que estábamos peleando para no descender. En ese partido le quebré a Carlos Barisio un récord de 1.075 minutos sin recibir goles, empatamos 1-1 y le dimos una mano a Boca. En una entrega de premios al final del campeonato, nos encontramos con Diego y él me abrazó y me agradeció por ese gol a Ferro”.

Bravo hizo tantos goles y de tantas manera en Talleres que no se acordaba cómo había sido aquel del amistoso contra Barcelona en Guayaquil. Lo que sí tiene siempre presente el ‘Tigre’ es su cariño por la T, equipo al que prometió que irá a ver al estadio Kempes en esta Copa Libertadores. Y, por supuesto, su amor por Maradona.

Similar Posts

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *