FUTBOL – Ideario y filosofía futbolística de César Luis Menotti

“A nosotros nos falta convicción, desangustiarnos. En lugar de perder tiempo con jugadas de laboratorio, prefiero trabajar sobre la idea futbolística”. Esto dijo César Luis Menotti cuando se hizo cargo de una empequeñecida Selección Argentina en 1973. En pocas palabras, resumió una idea y un objetivo. Volver a las fuentes pero de verdad, y en el camino, recomponer la autoestima del fútbol nacional. Eso intentó hacer durante toda su vida. Y lo logró, porque fue el arquitecto de la reconstrucción del seleccionado.

Para Menotti, el fútbol es un bien cultural. Es identidad nacional. “El jugador argentino como prioridad tiene dos cosas fundamentales para explotar: manejo y toque. Yo trato de explotar eso, pero no hay que confundir con lirismo estúpido. Ello no significa dormirse tocando y no tener sorpresa. Mi equipo ideal fue el Santos, salía con seguridad tocando la pelota y después provocaban unos cambios de ritmo que te mataban”. Resumía esa idea con una frase de Jorge Luis Borges: “orden y aventura”.

Menotti fue un pensador del fútbol, pero también un trabajador incansable. Sin su prepotencia de trabajo, no se podría haber llevado a cabo la revolución que transformó a la Selección Argentina en una de las más grandes del planeta, donde aún hoy se mantiene. Durante toda su carrera lidió contra la estigmatización de sus ideas, contrapuestas de forma maliciosa con el esfuerzo y la dedicación. “El fútbol no es un deporte, es un juego. Luego con él se hace deporte, pero el fútbol nació como un juego”, afirmó y al elevar el aspecto lúdico expuso una declaración de principios.

Su filosofía se puede resumir en estas líneas: “Es necesario tener respeto a lo que el juego significa. Jugar es una maravillosa palabra, hasta en el amor. No puedo entrar en una cancha sin sentir la emoción del juego. Más teniendo en cuenta que hay jugadores que lo han llevado a una expresión artística, como Maradona. Jugué de joven con Di Stéfano, estábamos en Alemania, él ya era un hombre grande. A los 15 minutos del amistoso, me di cuenta de por qué era Di Stéfano: jugó como si fuera la final del Mundial. Me faltó jugar con Cruyff, la última vez que le vi era entrenador del Barça y se lo dije. Tuve mucha suerte, jugué en contra de Pelé, yo era suplente. Un día Coutinho, su mejor socio, estaba a mi lado y vio a Pelé dar un pase. Me preguntó: ‘¿Cómo se puede hacer eso? Cada día es mejor’. En el fútbol todo debe tener un sentido, como la música de Serrat. Una vez, jugando en Central, pateé al arco desde cuarenta metros y un compañero me dijo ‘no seas ordinario’. Eso se me quedó grabado”.

Organización y creatividad. Esos son los pilares de la idea menottista. Se formó como técnico en tiempos difíciles del fútbol argentino, en el que la destrucción era más valorada que la construcción. Tiempos posteriores al desastre de Suecia que hizo temblar los cimientos de la concepción nacional. “A mí me agarró la peor época del fútbol argentino, cuando se pusieron de moda los equipos que luchaban. Un fútbol de mierda, era bravo sobreponerse”. La disputa dialéctica que tuvo durante buena parte de su carrera tuvo su precuela con Juan Carlos Lorenzo.

En una producción de El Gráfico a inicios de la década del setenta, ambos técnicos se sometieron a las mismas preguntas. Una de ellas era qué porcentajes le otorgaban a los rubros habilidad, fuerza, talento, marca, ataque y temperamento en un futbolista. La respuesta de Lorenzo fue: “Todo es importante. Porque cuando vamos ganando se juega al toque y cuando tenemos que ganar se usa la fuerza. No hablemos de líneas de juego, hablemos de que -para San Lorenzo- tiene un éxito bárbaro el sistema de juego en bloque”. La de Menotti: “Al talento le doy el 100 por ciento de importancia. Porque a partir de un jugador talentoso -descontando que sea un tipo normal- puedo lograr todo lo otro”.

Jorge Valdano fue el juglar que transmitió las ideas de Menotti por Europa. Formado en la escuela de Newell’s, donde fue dirigido por Jorge Griffa y Juan Carlos Montes, conoció a su referente en la Selección, cuando ya llevaba varios años en el fútbol español. “César le puso un marco conceptual a lo que para mí era un sentimiento. Algo tan desordenado como un sentimiento me lo tradujo para toda mi vida, además de ser un generador de ideas inagotables”, expresó en una entrevista con El Gráfico y agregó en el libro La pasión según Valdano, de Ariel Scher: “Para Menotti, el fútbol es parte de una cultura popular que nos hace sentir orgullosos. Se trata de un juego que nos representa. Es más importante la lealtad a un conjunto de ideas que el resultado mismo”.

Su capacidad para explicar sus conceptos es casi tan valiosa como la idea en sí misma: “Imagínese que el fútbol es como una orquesta de grandes músicos. Como entrenador, lo primero de lo que te debes ocupar es de los músicos. Dejar claro lo que quieres del violinista, para que luego tenga todo lo que necesita para que pueda tocar con el resto. Ahora empiezan a meter números, eso del 4-3-3. Pelé decía que pagaba a ver cuándo Brasil había jugado un 4-2-4, ¡parece un número de teléfono! Al final el fútbol puede resumirse en cuatro fases: defender, recuperar, gestar y definir. Viendo cómo se hace cada cosa, detectás cuál es la idea del entrenador. Es decir, si pone cuatro en el medio, sólo recuperadores, está marcando cuál es su idea. En Brasil del 70 sólo jugaba un recuperador. Aquel equipo lograba recuperar la pelota a través de la reducción de espacios”.

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