La industria de las inferiores, cara y seca de un mercado informal que alimenta al mundo del fútbol

Lionel Messi, Ángel Di María y Lionel Scaloni son las caras más importantes del último campeón del mundo que tienen como punto común haber sido formados en Rosario, ciudad investigada en el documental “Pelotero del mundo”, que se propone dar cuenta de los claroscuros en una de las industrias que mayor dinero mueve en el planeta.

“Esta película afianzó aún más las ideas que teníamos antes de empezarla. Tanto que la presión del negocio encuentra actores que van cada vez más lejos en sus deseos de hacer plata rápida y fácil, como que hay un montón de clubes y gente del fútbol que resiste, que prioriza que los pibes jueguen, que sean compañeros y que el deporte tenga una función social”, planteó el director Damián Finvard a Télam sobre el filme que se estrena en salas este jueves.

“Veíamos la tendencia a vender jugadores a Europa en edad de juveniles -explicó el codirector y periodista Ariel Borenstein-. Un fenómeno que arranca a fines de los 90 en plena crisis social y que tiene como símbolo al propio Messi. La idea de ‘Pelotero del mundo’ vincula este proceso a la de un país que aún hoy, en el siglo XXI, basa su economía en la exportación de materias primas. De esta Argentina con esta orientación nos pareció que Rosario es emblemática, tanto por la calidad de jugadores que salen de la ciudad y las localidades que la rodean como por lo que significa su puerto a nivel nacional. A partir de esta idea iniciamos cámara en mano una investigación filmada”.

La película plantea la polémica y su valor radica en que no juzga, sino que expone los diferentes puntos de vista para que hablen libremente. Así, se puede contrastar al presidente de un club formador, como es el Club Banco, que se preocupa para que los chicos se alimenten bien, estudien y se formen como sujetos sociales; con la postura de un vendedor de jugadores, que siempre se refiere a los jóvenes como si fueran un ‘commodity’.

Lejos de ponderar una u otra postura, Finvard y Borenstein no escapan a la visión de negocio que es el fútbol. No niegan esa esfera y comprenden rápidamente que, negocios espurios a un lado, el deporte más visto del planeta genera un mercado que sirve a miles de familias y genera millones de puestos de trabajo.

“En estos días, en el Mundial Juvenil que se desarrolló en Argentina, la propia AFA bautizó a la Selección Argentina como la de los ‘europibes’. No sólo da cuenta de que el fenómeno en el que nosotros queríamos indagar tiene un desarrollo muy grande, sino que al mismo tiempo se reivindica que la formación de los chicos de acá se complete aún en edad de juveniles en Europa. Queda como prehistórico recordar que (Diego) Maradona jugó cinco años en Argentinos Juniors y uno en Boca, antes de ir a Barcelona”, sostuvo Finvard.

La cinta visita tanto a esos clubes formadores de las afueras de Rosario como a los representantes que muestran sus historias, como Fabián Soldini, primer representante de Messi, quien dejó al astro del fútbol cuando su padre, Jorge, le pidió -según cuenta en el documental- que abandone a su socio para dedicarse exclusivamente a la joya recién llegada a La Masía del F.C. Barcelona.

“Lo que se ve es que es muy difícil la convivencia entre el deporte y el negocio. Que como en otros terrenos de la sociedad, lo que hay es una lucha. Que si no se impone un paradigma que priorice a los chicos, el juego y el deporte, que vincule al fútbol con el resto de la sociedad, se impone la deshumanización. Es muy común escuchar que a determinado pichón de crack que viene de un barrio de muchas carencias se plantee que ‘hay que sacarlo de ahí’. Cuando de lo que se trata es de que hay que transformar la realidad de ese barrio, no sólo ni principalmente para que salgan jugadores, sino para que mejore la vida de la gente”, aportó Borenstein.

Así, también hay un especialista en marketing que es tajante en su definición: son muy pocos los que llegan a la primera división y a poder vivir del fútbol, por lo que hay que focalizarse también en todos los que no pueden logarlo. Y que ser un “crack” en inferiores no es garantía de nada, como el caso de Billy Rodas y Leandro De Petris, sindicados como dos fuera de serie, incluso mejores que Messi.

“En tanto en el documental hablamos de juveniles, es el entorno, en muchas casos empezando por la propia familia, que genera la presión para salvarse con la venta de un chico. El límite tiene que venir de varios lados: del propio orgullo del fútbol argentino en terminar de formar a sus jugadores en este medio. De, sin desconocer que existe un mercado mundial del fútbol, tampoco rendirse a la inevitabilidad de ser eternamente proveedores de jugadores para que los disfruten otros”, argumentó Finvard.

“Pero -agregó- también el límite tiene que venir de la sociedad, en la que no mande la necesidad ni la desesperación de ‘salvarse’ cada uno por la suya, sino que todo el mundo tenga asegurado un trabajo con un sueldo digno y las necesidades básicas satisfechas. Que se genere una base para que el juego, el compañerismo y la solidaridad ganen terreno”.

Con información de Télam

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