No hay vuelta atrás: Victor Wembanyama será una superestrella de la NBA

Los San Antonio Spurs ganaron solo cinco partidos de 30 disputados. Están en el sótano de la Conferencia Oeste, pero las señales, sin embargo, son alentadoras. ¿Cómo es eso? Tienen a Victor Wembanyama. El unicornio francés mejora noche a noche y va camino a convertirse en lo que prometió.

Los últimos dos minutos del partido que San Antonio perdió a Cleveland Cavaliers fueron una muestra gratis de lo que puede hacer este joven. En los dos costados de la cancha. Sus brazos de plastilina fueron ramas para los defensores, y su habilidad para llegar al aro es cada vez más profunda. Alguna vez dijo Bill Russell: “No se trata de los bloqueos que colocas, sino de que el rival sienta siempre que lo vas a bloquear”.

Wembanyama intimida. Es, desde el año previo a su llegada a la NBA, el hombre-expectativa. Es Reed Richards, Mr. Fantastic, estirando sus brazos y piernas para cubrir espacios y obtener rédito. No son solo sus 2.24 metros, altura surrealista para este juego, sino sus movimientos los que hacen de su presencia algo nunca antes visto. El domingo por la tarde, San Antonio perdió el partido. Sin embargo, ganó algo importante: Gregg Popovich ya sabe de qué tiene que jugar Wemby en el futuro cercano.

Decimos que Nikola Jokic es el Joker, pero este joven de 20 años es el verdadero comodín. Es, lo que se dice, un adolescente que se está conociendo. Es la pubertad del profesionalismo, el básquetbol en pañales de alguien extraordinario. Exigirlo es un error, disfrutarlo es un placer. Lo simpático, es que ya sabemos que, salvo algún impedimento físico desconocido, este chico está destinado a ser una superestrella de la NBA.

Wembanyama aún no sabe todo lo que puede conseguir y es ese peregrinaje el que transita hoy en serie regular de la mano de su entrenador.

Es difícil saber qué hacer cuando se tiene la suma del poder absoluto para este deporte. Porque Wemby tiene todo: dribbling, tiro, estatura y empieza a ganar fuerza. Se hizo viral una tapa de Jarrett Allen sobre Wembanyama que reflejó la virtud de Allen para tapar, pero también el exceso de confianza del francés en su físico para no proteger un ataque defensivo del lado contrario. Esto se aprende y se corrige.

El público, sin embargo, no se quedó con lo más importante: la faja en la llave para alcanzar la posición de volcarla a dos manos. Ese movimiento técnico es lo maravilloso de Wemby, y quizás el ojo no adiestrado no logre entenderlo: me atrevo a decir que no existe interno en toda la NBA que pueda hacer algo así con diez o más temporadas encima.

Popovich debe reírse para adentro con lo que ve. Ya no tiene dudas de que no se trata de una versión XXL de Kevin Durant, no porque no pueda, sino porque no es en ese lugar donde saca las mayores ventajas. Ni siquiera es un Giannis Antetokounmpo refinado.

Wembanyama es otra cosa.

El primer hallazgo -determinante por cierto- después de sus primeros 35 partidos, es que Wembanyama debe estar cerca del aro. En ese sector aparecen las verdaderas ventajas. En ataque, colocando una cortina al portabalón y yendo como un rayo hacia el aro. O recibiendo con el emparejamiento favorable en el poste, ventaja que tiene en el 95% de las veces contra cualquier defensor de la Liga. Por tamaño o velocidad. De afuera hacia adentro, Wembanyama alterna las posiciones cinco, cuatro, tres y por momentos uno. Queda claro que para él no existen las posiciones.

Es, lo que se dice, un jugador 360°.

En defensa, su mayor fortaleza es moverse como un cinco que flota. Que aguarda por el atacante, da un paso adelante y vuelve hacia atrás. Confunde. Dinamita ideas. Es desesperante sentir esa presencia cerca del aro. Son tapas o tiros desviados. Cuenta ESPN Stats que Wemby lleva 19 partidos consecutivos con una tapa, la tercera racha más importante de un novato de Spurs en toda la historia (David Robinson tuvo 46 en fila y 27, en dos rachas distintas).

Lo interesante, más allá de esto, es la mejora consistente. En los últimos cinco partidos, puso siete tapas contra Portland Trail Blazers, una contra Boston Celtics, cuatro contra Memphis Grizzlies, cinco contra Milwaukee Bucks y cinco contra Cleveland Cavaliers. Y esto va en camino evolutivo.

Voy a ser preso de mis palabras: Wembanyama es un fenómeno del básquetbol que aparece una vez cada 20 años. Un cometa Halley listo para redefinir reglas y alcance de este deporte. Y lo va a demostrar; es solo cuestión de tiempo.

Puede sonar contradictorio, pero San Antonio gana mientras pierde partidos. Hablamos aquí de aprendizaje. De observar a este diamante en bruto con la meticulosidad que alguna vez señaló Tennesee Williams en el Zoológico de Cristal. Cobijarlo, acompañarlo y protegerlo para batallas que serán mucho más difíciles en el futuro cercano.

Wembanyama, en definitiva, no tiene que encariñarse demasiado con sus compañeros actuales. Los Spurs, hoy, son un mal equipo con un jugador extraordinario en sus filas. Llegará el Draft de junio próximo, los cambios obligados y el protagonismo tan esperado.

El resto de los equipos tienen que aprovechar a ganarle a San Antonio ahora. En unos años, puede ser demasiado tarde.

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