Rosario, la ciudad futbolera que se vistió para la Copa Davis

(Por Miguel Pisano) A las 9:30 la cola de rosarinos amantes del tenis se extendía unos 40 metros desde el ingreso al Jockey Club, en el bulevar Wilde 322, en el coqueto barrio Fisherton, bajo un sol implacable, con 28 grados, en una semana con temperaturas que amenazan con acariciar los 40.

Los agentes de tránsito habían cortado la circulación por Wilde entre Tucumán y Navarro y ese tramo del bulevar, protegido por pinos, se había transformado en una virtual peatonal, con espectadores que se quejaban porque debían caminar algunas cuadras desde donde habían dejado el auto.

En Wilde, casi Tucumán, unas vecinas aprovecharon la inusual asistencia de espectadores para armar una mesa en la vereda con gorritos, remeras y mantas tejidas a mano, en una postal del tenis y del barrio fundado por el inglés Fisher, del cual deriva el nombre Fisherton, surcado por la vías del ferrocarril que llegan hasta la estación Antártida Argentina.

La sede de Jockey Club se levanta imponente en un predio de cuatro hectáreas situado en el extremo oeste de Rosario, en la avenida Eva Perón y bulevar Wilde, con su entrada de añejas acacias y pinos.

Sobre Wilde se extienden las canchas de tenis, donde la Asociación Argentina montó el estadio con una cancha impecable y la infraestructura de la Copa Davis, consistente en un grupo de carpas estructurales con todas las comodidades, como la del centro de prensa: aire acondicionado, agua mineral, conexión wi fi y baños químicos.

La Asociación Argentina de Tenis construyó en tiempo récord la cancha de la Davis donde antes había dos y montó un miniestadio de tres tribunas para unos 5.500 espectadores, aunque en el partido inaugural que Cerúndolo venció a Popko numerosas plateas rojas lucieron vacías, seguramente por el calor de casi 40 grados de sensación térmica bajo el sol de Fisherton.

“Le mandamos cumbia, perro”, atronó la música del estadio cuando entró Argentina, alentada por los hinchas de tenis con algunos rasgos futboleros, como las banderas argentinas, la mayor de la cuales rezaba “Hinchada argentina de Copa Davis”.

Entre los trapos con parentesco futbolero sobresalía uno de “Campo Largo, Chaco”, el pueblo natal del exvolante de Central y River Omar Arnaldo Palma.

“Ole, olé, olé, olé, olé olá, soy argentino, es un sentimiento, no lo puedo parar”, sonó fuerte en la tribuna más parecida a una popular y el tradicional “que esta barra quilombera no te deja no te deja de alentar”.

En el primer descanso entraron dos muchachos a regar la cancha con mangueras “para hacerla más lenta”, contó un cronista de tenis, al revés que hacen los técnicos locales en el fútbol cuando la mojan porque tienen un equipo rápido, “para que la pelota vuele”.

A diferencia del paisaje emparentado con el fútbol de la tribuna más poblada, las mujeres de las plateas lucían ropas claras de moda y con un especial cuidado de los tonos: camisas o musculosas blancas, bermudas o pantalones cortos marrones y capelinas, sombreros o gorritos, combinados con los zapatos y las carteras.

El ambiente del tenis rosarino se expresó con sus particularidades en el estadio de Jockey Club, con las excepciones de un pibe con un gorrito de River, un hombre mayor con uno de Central, que rezaba “Somos la ciudad” y con el guardavidas Emilio, un “canalla” que siguió los partidos enfundado en una musculosa de Central y un gorrito de Argentina: “Estuve en Río con Del Potro, con esta misma pilcha. Es increíble la pasión que hay en Rosario por el fútbol y por el tenis. En el tenis se sufre, pero mucho más se sufre con Central”.

Con información de Télam

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