TENIS – Monte-Carlo, la histórica kryptonita de los tenistas estadounidenses

Una de las curiosidades que resalta en la historia del prestigioso Masters 1000 de Monte-Carlo se relaciona con el rendimiento de los tenistas estadounidenses en el torneo. Es difícil creerlo pero, a lo largo de sus más de 50 años como evento profesional de la Era Abierta, ningún estadounidense ha levantado el aclamado trofeo.

Desde aquella primera edición en 1969 han sido treinta los deportistas que se consagraron en tierras monegascas pero ninguno de ellos ha sido representante del país norteamericano.

Cabe destacar que cinco acariciaron el éxito pero fallaron en la definición del certamen, a raíz de las derrotas Vitas Gerulaitis, en 1979, cuando perdió ante Björn Borg, Mel Purcell, en 1983, cayendo versus Mats Wilander, Jimmy Arias, en 1987, también cediendo frente al sueco Wilander y, por último, Aaron Krickstein, en 1992, sucumbiendo contra Thomas Muster..

En 1981, Jimmy Connors y el legendario argentino Guillermo Villas llegaron a la última instancia pero no se definió campeón.

Desde entonces, ningún embajador siquiera accedió hasta la gran final de la competencia, respondiendo, en parte, a la no obligatoriedad del Masters 1000 de Monte-Carlo para los mejores del mundo, quienes, desde su modificación en 2009, optaron por saltearse la cita monegasca para enfocarse directamente en el resto de la gira europea sobre polvo de ladrillo.

Esa curiosidad se presenta también en contraposición con la hegemonía que mantienen los europeos desde hace largos años en el Principado de Mónaco, donde desde 2005 han ganado cada una de las ediciones de forma consecutiva -excepto en 2020, que no se jugó por la pandemia-. El último no europeo que levantó el trofeo allí fue el argentino Guillermo Coria, en 2004, superando en la conclusión al alemán Rainer Schüttler.

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