FUTBOL – Demichelis corrigió a River a tiempo con los cambios y fue clave en la obtención de la Supercopa Argentina ante Estudiantes

Cuando Martín Demichelis vio que Rodrigo Aliendro, uno de los futbolistas a los que había mandado a la cancha para revertir el partido adverso, marcaba un espectacular gol sobre el final, la emoción lo invadió. Es que el entrenador de River Plate, cuestionado y viviendo momentos de tensión en los 90′, terminó siendo decisivo para que el Millonario remontara la final de la Supercopa Argentina ante Estudiantes de La Plata y se terminara imponiendo por 2-1.

El entrenador terminó reconociendo, tácitamente, que el once que había armado no era el ideal. Las condiciones objetivas lo impusieron, claro, cuando el Pincha le empezó ganando a los 3′. Pero el equipo no se dejó caer. Y los ingresos en el complemento terminaron cambiando el partido.

Uno de los futbolistas que más aire le dio al equipo -sino el que más- cuando pisó el césped fue el lateral Santiago Simón, al que González Pirez le dejó su lugar. Y retribuyó con creces, porque el gol con el que Solari empata el partido es, cuanto menos, 50% de él. Es que el atacante lo vio abierto y se la dio, picó al vacío y la asistencia que lo puso en carrera fue magistral en un momento en el que el equipo lo necesitaba. Un gol que, accidental como fue por el desvío en el defensor de Estudiantes, terminó por darle aire al equipo, que ahora tenía todo para ir a buscar la victoria. Tan decisivo como que fue la única sustitución que eligió hacer el DT en el entretiempo.

¿En el medio? Insultos de la tribuna de cara a Demichelis. “Poné a los pibes la p… que te parió”, tensión y nerviosismo. Enseguida, Claudio Echeverri reemplazó a Nacho Fernández y Rodrigo Villagra a Matías Kranevitter. Y el Diablito sería partícipe dándole frescura arriba al ataque y participando con la asistencia en la jugada del segundo gol.

Pero el verdadero cambio con el que el DT dio el pleno fue el ingreso de Rodrigo Aliendro por Facundo Colidio a los 88′. Sabía que podía salir mal y profundizar en una crítica que podía venir, por sacar a un delantero y poner a un volante cuando el equipo tenía que ir a buscar el encuentro. Y solo cuatro minutos tardó en pagar la apuesta, cuando Aliendro probó de afuera y con mucha precisión la pudrió en el ángulo del arco defendido por Matías Mansilla, desatando la emoción de un River que pasó de tensión a lágrimas, grito desaforado y desahogo.

Demichelis volvió a ganar un título con River y consiguió un crédito que le era esquivo hasta este día. Y él lo sabe: por eso no fue un título más, ni un festejo cualquiera.

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