La historia de Abdul Motin, el hincha bangladeshí más fanático de la Selección

Abdul Motin tiene el ritual listo a minutos del partido entre Argentina-Polonia: su camiseta, su gorro y su bandera celeste y blanca junto a su esposa e hija. Están en Feni, ciudad de más de 280 mil habitantes, situada al sureste de Bangladesh, uno de los ocho distritos que componen el país y que colma las calles cada vez que la Selección Argentina gana un partido, como se ve en los videos que dan vuelta al mundo. Su amor por el fútbol de nuestro país, a pesar de los 16 mil kilómetros de distancia, le cambiaría la vida para siempre ocho años antes de que  Alexis MacAllister y Julián Álvarez desaten su alegría esa misma madrugada: días antes del Mundial de Brasil 2014, perdió sus brazos y piernas por un accidente mientras intentaba colgar una bandera Argentina en su trabajo. 

La pasión de los y las bangladeshíes nació por Diego Maradona, en México 1986. Tras la política de corte de suministros que había implementado el ex Primer Ministro Winston Churchill a Bangladesh en 1946, el odio no hizo más que crecer y se acumuló durante décadas, tan así que sintieron una especie de venganza cuando el mejor jugador de la historia humilló a los ingleses en el Mundial. Abdul, de 25 años, por su parte, absorvió gracias a su madre y padre la pasión por el seleccionado argentino: “Desde el mundial de 2006 soy hincha de Argentina -dice Abdul en diálogo con El Destape-. Vi el partido de la selección en la televisión con mi padre y mi tío, que también son fanáticos de la selección. Apenas los vi jugar, me empezaron a gustar”.

Su incondicionalidad con Argentina seguiría con el tiempo, pero el destino le presentaría una situación jamás imaginada, con el seleccionado “albiceleste” presente en la historia. “En la previa a Brasil 2014 -cuenta Abdul- tenía una tienda en la ciudad de Lakshmipur. Mientras colocaba la bandera de Argentina en el techo, el soporte de la bandera entró en contacto con un cable eléctrico de 33.000 voltios y me desmayé. Tuve que amputarme ambas piernas y manos debido a una infección”.

El fatal accidente que casi termina con su vida obligó a él y su familia a vender la tienda para poder cubrir los gastos médicos que conllevaba el tratamiento. “Ahora no puedo trabajar, algunos de mis familiares y amigos me ayudan durante muchos momentos para mis gastos de manutención”, reconoce. Aceptar su problema no le fue sencillo, aún más con las las situaciones que le tocaba vivir a diario en su ciudad, como confiesa: “Mucha gente se burló de mí, ya que decían que nadie en Argentina iba a saber mi historia. Estoy muy contento de que la genta conozca lo que me pasó”. 

La palabra “gracias” es una de las que más nombra en la charla al sentirse agradecido por contar lo que le sucedió. Abdul Motin no tiene resentimientos ni odio por lo que la vida le quitó, ni siquiera con algo relacionado a nuestro país. Por el contrario, con su camiseta, gorra y bandera celeste y blanca, tiene algo para decir: “Mi accidente es definitivamente una mala suerte y sigo amando Argentina y a Lionel Messi. Amo Argentina desde mi infancia hasta ahora. Mi relación con Argentina y Leo no se perderá en mi vida”.

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